Lo bueno de no saberlo todo

sábado, 25 de febrero de

 

 

 

Hay veces que no entiendo a Dios. En realidad, son muchas las veces que no entiendo a Dios.
Generalmente sucede que cuando parece que voy uniendo las piezas viene un viento que las mueve y forman otro paisaje. Es nuevo, distinto, Divinamente misterioso. 

Claro que nos gustaría saber más acerca de lo que se viene, de todo el Grande que Dios nos tiene preparado. No habría lugar para los miedos e incertidumbres ni para todo lo que sobreviene de ellos.

Pero, Dios obra de otro modo y gracias a Él que así es. No es que quiera que tengamos temor, sino que nos invita a confiar plenamente en Su Providencia porque "sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman" (Rom 8, 28) y por ello el salmo que reza "Dichoso el hombre que pone en Dios su confianza" (Sal 40, 4)
Pareciese que siempre tiene un as bajo la manga para sorprendernos. Y sí, así es Él. Es Dios.

Imaginémonos que lo supiésemos todo, ¡qué aburrido sería ése todo!. La vida se haría costumbre. No tendríamos desafíos. Hablar de expectativas resultaría ilógico, así como de luchar, levantarse o esforzarse y tanto más que le quitarían a la vida uno de los más importantes ingredientes: el de esperar lo inesperado, lo sorprendente del Amor.

¡Allí lo maravilloso de éste "no saber todo"! Pero, cabe aclarar que el Señor nos va dando pistas en el Camino (Camino que es Él mismo), que son como estrellas que van iluminando los pasos, para entonces darlos con Fe.
Con ello se nos abre un gran ramillete de oportunidades que nos invitan a seguir confiando, luchando, avanzando, esperando es decir para seguir madurando en el Amor para cuando providencialmente lleguen las Promesas de Dios estemos listos y ahí sí veamos toda la Obra de Dios, de la que antes sólo veíamos pinceladas.


"Porque Yo conozco muy bien los planes
 que tengo proyectados sobre ustedes: 
son planes de prosperidad y no de desgracia,
 para asegurarles un porvenir y una esperanza." 
Jer 29, 11
 
barrilete

 

 

Luz Huríe