Sólo nos acariciará, el amor que prodigamos. Sólo nos alegrará, la sonrisa que regalamos. Sólo nos dará tranquilidad, el agua que juntos bebimos. Sólo nos alimentará, el pan que compartimos. Sólo nos cubrirá, el vestido con que al prójimo arropamos. Sólo nos descansará, el cansancio del peregrino que hospedamos. Sólo nos consolará, la palabra con que reconfortamos. Sólo nos guiará, la verdad que proclamamos. Sólo nos sanará, el consuelo del enfermo que visitamos. Sólo nos librará, la vida nueva del preso liberado. Sólo nos dará paz, la ofensa que perdonamos. Sólo hará renacer la esperanza, la mirada que al cielo dirigimos y las manos con que abrazamos. Sólo nos conducirá a la VIDA, la confianza que en el Padre depositamos. Así la humilde solidaridad de cada día como flor que en silencio entrega su perfume, construye fraternidad y enriquece nuestras vidas… porque…
Sólo queda lo que damos.
Fuente: iglesia.org