Si Dios quiere

domingo, 11 de marzo de
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En la vida muchas cosas no suceden como esperamos. Miremos nuestros días y las encontraremos. Por ejemplo, habíamos organizado algo al aire libre y llueve todo el día o sin embargo hace un calor tan fuerte que aplasta y se nos van las ganas hasta de conversar o tal vez perdimos el colectivo o se canceló aquél encuentro que tanto esperábamos, etc. De tal manera, ocurre en varios paisajes de nuestras vidas.
 
Pareciese que uno planea las cosas “así” y Dios las da vuelta “asá”. Suena gracioso, pero cuando las cosas no salen como lo habíamos pensado a varios se nos salta la chispa. Pero aquí es donde encontramos nuestra gran oportunidad. ¿Cuál sería la actitud más común cuando no nos salen según lo planeado? Enojarse, protestar, hasta patalear si es posible. Y muchas veces, sería Dios el receptor de ellas.
 
Ahora bien, qué hermoso sería adoptar y vivir esa frase tan confiada que dice “Dios mediante” o “si Dios quiere” cuando manifestamos tal o cuál actividad para realizar. Esto no significa “desligarse” de si las cosas no salen Bien, como un esconderse en Dios cuándo en realidad los que no nos esforzamos fuimos nosotros. Sino que es la actitud que abraza aquél que se reconoce hijo amado de Dios y por lo tanto sabe que todo le sucede para su Bien. Porque cuando uno ama desea y hace todo para el Bien de quién ama, imaginémonos ésta bienaventuranza en la dimensión perfecta y eterna de Dios. A su vez, aquél que se sabe amado por Dios confía y espera y es capaz de abandonarse en Sus Manos entregando la vida de cada uno de sus días.
Por ello, qué bello sería recordar ésta frase y como decía anteriormente vivirla porque en ocasiones tal vez la “expresamos” pero cuando nos suceden los traspiés nos olvidamos de ella. Simultáneamente, recordar que siempre en todo detalle de los que nos sucede está una bendición que espera ser descubierta, está Su belleza llegando.
 
Dios nos dé Su Gracia para vivir con el corazón abierto a Su voluntad que muchas veces no entendemos, pero justamente esa no es nuestra misión, sino simplemente dejarnos abrazar por ella. 
Así que:
Si las cosas suceden como planeamos: ¡gloria a Dios!
Si las cosas no suceden como planeamos: ¡gloria a Dios!
Que Dios tenga el timón de nuestras vidas y tengamos por certero que llegaremos a Buen puerto…
 
 
 
También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, 
a quienes él ha escogido y llamado.
Rom 8, 28
 
barrilete
 
 

 

 

Luz Huríe