Evangelio segun San Lucas 6, 12-19

lunes, 6 de septiembre de
image_pdfimage_print




Por entonces subió Jesús a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso el nombre de Pedro; y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón apodado el Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra de Dios





Monseñor Fernando Maletti | Obispo de la Diócesis de Bariloche

 




Este trozo del capítulo 6 de San Lucas en el cual Jesús elige a los doce, es decir, a sus colaboradores. Pero antes de tomar una decisión tan importante, se fue a rezar al monte, es decir se retiro a un lugar apartado a rezar. Jesús nos enseña que antes de tomar decisiones importantes hay que rezar, hay que ponerse en las manos del Padre, con un corazón filial, en una actitud reverente de verdaderos hijos que se sienten ante un Padre, que el Padre nunca los abandona.

Qué importante queridos muchachos y chicas que siempre antes de actuar, o tomar decisiones, podamos estar en las manos de Dios. Por eso es importante para rezar tener tres actitudes, que es las que siempre tenía Jesús y nos enseña con su ejemplo.

En primer lugar para rezar tenemos que estar en paz con los hermanos. Si estamos con el corazón rencoroso, o tenemos alguna rebeldía o estamos peleados con alguien o simplemente estamos enojados, es muy difícil rezar. Primero hay que estar en paz con los hermanos.

En segundo lugar la oración hay que hacerla con humildad, es decir sabiendo que con Dios somos todos, sin Dios no somos nada, solitos no podemos llevarnos el mundo por delante

Y en tercer lugar con confianza, como el amigo inoportuno del evangelio. ¿Se acuerdan? Que pedía que le vendieran tres panes y no se los vendían y al final por la insistencia se los dan.

Ojala también ustedes queridos muchachos y chicas, puedan siempre tener la lucidez del corazón, para ponerse en las manos de Dios, para poder encontrarse con él, antes de dar un paso pequeño o grande en la vida.

 

 

 

 

 

Oleada Joven