¿Hablamos más y escuchamos menos?

lunes, 16 de abril de
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Internet y los teléfonos móviles crean espacios inmensos para el diálogo y las relaciones humanas.  Gracias a la tecnología podemos hablar, escribir, transmitir imágenes, compartir material de diverso  tipo.  Quizá nunca como ahora resulta tan fácil hablar: con los cercanos y con los lejanos, incluso con  personas de lenguas diferentes (gracias a los traductores automáticos), o con quienes pertenecen a  culturas aparentemente lejanas de la propia.

 

 

El aumento de posibilidades genera una auténtica explosión de mensajes y de informaciones.  Escribimos y hablamos mucho más que en el pasado. Existe el riesgo, sin embargo, de que con  tantos estímulos, con los datos que llegan y van con velocidades de vértigo, provoquemos una  situación paradójica: escuchar menos.  Porque si todos hablan, ¿qué tiempo queda para la escucha? Si una noticia en el periódico recibe  miles de comentarios, ¿quién los lee? Si hay blogs con cientos de comentarios, ¿para quién se  escriben?  Es cierto que los lectores, con frecuencia, seleccionan parte de ese material. Pero precisamente en la  selección excluimos de la escucha a muchos participantes que buscan transmitir sus experiencias,  sus ideas, sus opiniones, y que encontrarán pocos oyentes disponibles a causa de la saturación de  comentarios.  

 

El mundo moderno corre a velocidades que a veces nos asustan, nos arrastran, nos encadenan, nos  asfixian. Es urgente, por lo mismo, reconquistar espacios casi “vitales” para detenernos un  momento y dedicar tiempo a la escucha.  Entonces redimensionaremos la importancia que damos a blogs o a páginas en las que participamos  a fuerza de “teclazos”, y conseguiremos ganar espacios para escuchar: a familiares, a amigos, al  vecino de escalera, al pobre de la esquina, a un caminante que pregunta, confiadamente, dónde se  encuentra la estación de autobuses que está buscando.

 

P. Fernando Pascual L.C.

 

Oleada Joven