Rezar es …

martes, 17 de abril de
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Rezar… la mar se pone fea;

Rezar es departir con el Maestro,

y es rezar –¡y qué rezar!– decir “te quiero”,

es echarse a sus plantas en la hierba,

y lo es –¡no lo iba a ser!– decir “me pesa”,

o entrar en la casita de Betania

y el “quiero ver” del ciego,

para escuchar las charlas de su cena;

y el “límpiame” angustioso de la lepra,

rezar es informarle de un fracaso,

la lágrima de la viuda,

decirle que nos duele la cabeza;

y el “no hay vino” en Caná de Galilea;

rezar es invitarle a nuestra barca

y es oración, con la cabeza gacha,

mientras la red lanzamos a la pesca,

después de un desamor gemir “¡qué pena!”;

y mullirle una almohada

cualquier contarle a Dios nuestras tristezas,

sobre un banquillo en popa a nuestra vera;

cualquier poner en Él nuestra confianza…

y, si acaso se duerme,

–y esta vida está llena de “cualquieras”–,

no aflojar el timón mientras Él duerma;

todo tierno decir a nuestro Padre,

y es rezar despertarle, si, de pronto,

todo es rezar…, ¡y hay gente que no reza!

Esto es oración. Ésta es la mejor oración.

Éste es el método más fácil de orar. Y es posible que sea también la manera de oración que más le gusta oír a Jesús. Aquí todo es amor, confianza, amistad. Todo es actualización del Evangelio.

Le podemos pedir ahora de nuevo a Jesús:

–       ¡Señor, enséñanos a orar!

Pero es casi seguro que Él nos va a responder:

–       Ya les he enseñado. ¿Por qué no rezan así?
 
 

 

Oleada Joven