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Ir mar adentro
jueves, 19 de abril de
Mientras uno limpia la red después de no haber pescado nada, puede filtrarse la sensación de que todo fue inútil.
De esa manera, pasamos con mucha facilidad de la mala pesca, a pensar como mala la pesca en sí. Y, en vez de decir: «hoy no se dio», «no era el momento», decimos: «esto no va más», «no tiene sentido tanto esfuerzo».
Entonces ocurre que el fracaso, termina limpiando lo único que nos quedaba: la esperanza.
De ahí que lo que más hay que cuidar de sacar, mientras se limpia la red, es el desaliento. El cansancio se “enreda” con mucha rapidez en lo estéril y provoca ese desánimo que hace que la red se sienta por de más pesada y ya no den las fuerzas para volver a salir, para volver a intentar, en definitiva, para volver a pescar.
La red es lo que permite la pesca. Lo que dice que la pesca “es posible”. En sí misma no asegura el éxito, asegura sí, que pueda darse la pesca. La red es el medio que hay que poner. La red es pues, imagen de todo el esfuerzo que ponemos detrás de una esperanza. Y esta tríada de esfuerzo, medios y esperanza, no debe faltar nunca.
Limpiar la red es, por un lado, quitarle todo lo que la experiencia pasada dejó como resaca, en especial, ese sabor amargo de la “mala experiencia”.
Pero, por otro lado, es quitar toda la carga que agregamos de más a la experiencia por venir; esto es, las falsas expectativas. Tanto las que creen que una vez puestos los medios, se seguirá directamente el éxito, como las otras que creen que la red, arrastrará con todo lo que se desea.
Los logros no admiten ser calculados de antemano, sino tan sólo, “esperados”.
Fuente: javieralbisusj.wordpress.com
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