Evangelio segun San Juan 10, 1-10

viernes, 27 de abril de
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En aquel tiempo, dijo Jesús: "Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guardia, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."


Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."



Palabra de Dios






 

 

 

 

P. Maximiliano Turri  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús

 


En la homilía de la Santa Misa de inicio de su Pontificado, el Papa Benedicto XVI, decía: «La Iglesia en su conjunto, y en ella sus pastores, como Cristo han de ponerse en camino para rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud»


Estas palabras dichas, a la luz del evangelio de hoy, nos vienen muy bien. La experiencia del desierto, de la angustia, de la desesperación es el patrimonio de los hombres de este tiempo. La soledad, la tristeza y el sin-sentido son los elementos que acompañan a tantos que han perdido el “para qué” ya que ya sus vidas han perdido el sabor, la alegría.


Una vida que ha perdido el sabor, es una vida que no sabe a nada, que no tiene gusto agradable, que ya da lo mismo tirarla o cuidarla. Una vida que ha caído en ese estado, es una vida que “grita”, que “clama” al cielo ser liberada, ser auxiliada, ser socorrida. Tantos son los que cruzamos a diario y nos muestran su deseo de vida plena. Tantos que no dependen con qué ropa se vistan o en que barrio vivan. Han perdido el sabor, que es lo mismo que decir, el rumbo, el norte o la brújula.


Toda la acción que la Iglesia realiza no es más ni menos que colaborar con el corazón humano que anhela la felicidad y está agotado de no poder hallarla en ningún lugar. La actividad que realiza, cualquiera sea esa tarea, tiene esa misma finalidad; acercar el corazón del hombre al corazón de Jesús.


“Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) Esta vida es para vos, es para mí. Por eso es necesario que en este día nos preguntemos: ¿en qué “espacios” de mi corazón, de mi mente y de mis afectos necesito la Vida que Él quiere regalarme? ¿Cuando sentís la soledad, a quién recurrís para renovar las fuerzas? ¿Dónde buscas a diario las ganas de seguir peleándola?


Que el Evangelio de hoy siga resonando en nuestros corazones, esa Palabra de Dios que es y que dice: “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará” (Jn 10,9)


Que tengas un hermoso día, ¡que Dios te bendiga!

 

Oleada Joven