Jesús, libertador del hombre

jueves, 3 de mayo de
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Y Jesús no sólo «enseña» cómo debe ser el hombre. Ni sólo«muestra» en sí mismo qué es un hombre. Comienza ya en toda su vida a liberar al hombre de todo aquello que le impide ser hombre plenamente.Libra al hombre de la idolatría de las cosas.
 
Porque el hombre adorador de las cosas abdica de lo mejor de su condición de hombre esclavizándose al dinero, al placer, a la comodidad, a la carrera, al interés. Convierte a las cosas —que son medios— en fines. Renuncia a ser hombre libre para ser esclavo y dejar de ser hombre. Así Jesús redime a Zaqueo, que sólo cuando renuncia a sus riquezas adquiere su verdadera estatura humana (Le 19, 5). E intenta liberar —y fracasa— al joven rico que prefiere ser rico a ser libre. Porque el corazón tiene la llave por dentro y ni Cristo puede abrir un corazón que se niega a cambiar (Mt 19, 16).Libera al hombre de la idolatría de las personas.
 
Jesús se encuentra en su camino a muchas personas que se creen humanas, pero sonesclavas. Así las mujeres que habían quedado prisioneras de un amor inmaduro e incompleto porque creían que amar era darse físicamente (Jn
8, 1; Jn 4, 1; Le 7, 36). Jesús devolverá a estas mujeres su verdadera dignidad humana, liberándolas. Libera al hombre de la idolatría de sí mismo.
 
 
 
También se encuentra con personas que tienen como ideal el éxito, el imponerse a los demás, el ser los primeros en la mesa o en el mismo Reino. Jesús a todos éstos les recordará que hay que renunciar a sí mismo, que hay que perder la propia apariencia para salvar la vida para siempre (Jn12,25).
 
Salva al hombre de la idolatría de los falsos dioses.
Muchos entorno a él vivían aterrados ante un Dios tirano o egocéntrico que no deseaba otra cosa que tributos y sacrificios de los hombres. Y se redescubrirá a todos el Dios del amor cuya gloria es conseguir que sus hijos alcancen la plenitud de su propia grandeza. Liberó al hombre de todo pecado con su vida y, especialmente, consu muerte redentora. Tras el viernes santo, tras el domingo de resurrección el hombre podía empezar a ser hombre del todo. Porque él había muerto para que los hombres tuvieran vida y vida abundante (Jn 10, 10). Verdaderamente, con Jesús empieza un capítulo nuevo en la historia del hombre. Pero es el hombre —cada hombre— quien debe apostar por ingresar o no en esa nueva humanidad.
 

 

 

Oleada Joven