Los milagros de Jesús no eran una representación mágica. El estaba lleno del poder del amor salvífico de Dios. Por medio de los milagros, Jesús muestra que es el Mesías y que el reino de Dios comienza en él. De este modo se podía experimentar el inicio del nuevo mundo: liberaba del hambre (Jn 6, 5-15), de la injusticia (Lc 19,8), de la enfermedad y la muerte (Mt 11,5). Mediante la expulsión de demonios comenzó su victoria contra el <príncipe de este mundo> (Jn 12,31; se refiere a Satanás). Sin embargo Jesús no suprimió toda desgracia y todo mal de este mundo. Se fijó especialmente en la liberación del hombre de la esclavitud del pecado. Le importaba ante todo la fe que suscitaba a través de los milagros.
Material extraído del YouCat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica.
Ediciones Encuentro, Madrid 2011
Capítulo Segundo: Creo en Jesucristo
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