En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he hablado de esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a plenitud".
Palabra de Dios
P. Daniel Nardini
Hoy compartimos este texto del evangelio del capítulo 15, uno de los más hermosos, que comienza con ésta parábola de la vid y los sarmientos. Hoy nos introduce en una realidad d ela fe que es la permanencia en su amor, y como una consecuencia el gozo… "para que el gozo de ustedes sea perfecto".
Hay 3 elementos que nos ayudarán a reflexionar este evangelio:
El primero que dice "a la hora de pasar de este mundo al Padre". Ésta hora no es una cualquiera, sino la hora salvífica, la hora en que Jesús manifestará el amor extremo del Padre a la humanidad "El Padre me amó y yo los he amado a ustedes", dice en el evangelio. La clave del amor salvífico es aquel que nos da vida. Cuando nosotros pensemos en el amor de Jesús, es en el amor de la hora, en la hora de pasar de este mundo al Padre. Éste amor que salva es el amor de la cruz y de la resurrección. Por eso este modo de vivir la fe es aceptar a este Jesús en su hora de pasar del mundo al Padre, y por eso Jesús nos pide que "permanezcan en su amor".
¿Por qué hay que permanecer en el amor? Porque es el modo en que el gozo y la alegría se transforman en el modo de vivir nuestra vida cristiana. Cuando nosotros descontextualizamos y sacamos la alegría de la hora de Jesús, entonces la alegría cristiana no aparece porque la comparamos con diversiones o ausencia de problemas, que no es lo mismo.
Ëste evangelio nos hace afianzar y mirar profundo en nuestra vida dónde está la permanencia del amor, en Jesús que nos salva y nos da la vida en abundancia. Podríamos preguntarnos en este día si nuestro gozo es en el Señor y si tiene como raíz la permanencia en su amor.