Un gran mosaico

jueves, 10 de mayo de
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Comunidad no tiene relación alguna con falta de compromiso y comodidad. La comunidad es un vínculo recíproco entre personas que no ocultan su alegría y su dolor, sino que los hacen visibles en un gesto de esperanza. En la comunidad decimos: “la vida está colmada de ganancias y pérdidas, alegrías y peas, alturas y profundidades, pero no tenemos por qué vivirlas solos. Beberemos juntos de nuestro cáliz y así descubriremos que las heridas de nuestra vida personal, que vividas en soledad parecen insoportables, se convierten en fuentes sanadoras si las vivimos como parte de una familia que se brinda cuidado recíproco”.
 
 
 
 
Una comunidad es como un gran mosaico. Cada pieza pequeña parece insignificante si se la toma en forma aislada. Algunas piezas son de color rojo claro, otras azul profundo o verde oscuro, otras color púrpura, amarillo claro o dorado brillante. Algunas parecen valiosas; algunas muy simples. Algunas parecen carecer de valor, otras son toscas y ásperas, algunas delicadas y suaves. Tomemos cada pieza por sí misma: no podremos hacer mucho con ella, más allá de comparar su belleza y su valor con las demás. Pero si estas pequeñas piezas están ensambladas en un gran mosaico que representa el rostro de Cristo, se nota que cada una es importante. Si faltara una pieza, aunque fuera la menos llamativa, el rostro estaría incompleto. Ensambladas en un mosaico, cada pieza es indispensable y realiza un aporte único a la gloria de Dios. 
 
Esto es comunidad: una unión de pequeñas y simples personas que, en conjunto, hacen visible a Dios en el mundo.
 
 
Fuente: El Lenguaje del Corazón Autor: Henri J.M. Nouwen
 

 

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