Evangelio segun San Lucas 6, 43-49

viernes, 10 de septiembre de
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En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: "No hay árbol sano que dé fruto dañoso, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal, porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por que me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose".

Palabra de Dios


 

Reflexión: Monseñor Eduardo Martín | Obispo de la Diócesis de Rio Cuarto

 

 

Queridos amigos en este sábado, hay dos puntos en el evangelio de hoy que nos llaman poderosamente la atención: El primero es que en el corazón del hombre se juega la vida, en el corazón del hombre es donde esta el bien o el mal y que como dice el Señor, de la abundancia del corazón habla la boca. Es  decir con nuestras palabras, con nuestras acciones, con nuestros pensamientos también, manifestamos cual es la raíz profunda de nuestro corazón .Pero nuestro corazón esta herido, tiene consecuencias del pecado original que lo inclinan al mal, por eso no bastan nuestras propias fuerzas para poder realizar siempre el bien, es decir necesitamos de la gracia de Dios , que purifique nuestro corazón , para que de él siempre broten obras buenas, pensamientos buenos , palabras buenas, palabras que edifiquen, palabras que construyan, palabras que tiendan puentes, palabras que estén abiertas a los demás. No palabras de egoísmo, de violencia, palabras que destruyen, palabras que generan climas adversos, sino palabras de amor.
 
Pidámosle al Señor que purifique nuestro corazón, para que cada vez este más empapado se su presencia y entonces como consecuencia broten en nosotros pensamientos, obras y palabras que agraden a Dios y que hagan bien a nuestro prójimo.
 
El otro pensamiento el que suscita también la atención, es la comparación que Jesús hace entre el hombre que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica y aquel que la escucha y no la  pone en práctica. Uno es  como modificar la casa sobre arena, el otro es edificar la casa sobre roca.
 
Podríamos preguntarnos: ¿Sobre que estamos construyendo nuestra vida? ¿Cuál es su fundamento? ¿Es realmente Cristo la piedra sólida, sobre la cual estamos edificando nuestra vida? O la estamos edificando ilusoriamente sobre nuestras propias fuerzas, pensando que nos bastamos a nosotros mismos para poder edificar una vida digna, una vida buena, una vida que pueda llegar a ser feliz.
Solo Cristo es la roca inconmovible, que frente a cualquier tormenta de la vida, frente a cualquier dificultad, hará que nuestra existencia siga en pié y alcance realmente aquello para lo cual fue realizada. Viva para Dios y viva en amor a sus hermanos.
Hasta el próximo sábado si Dios quiere!
 
 

 

Oleada Joven