Capacidad de amar

domingo, 27 de mayo de
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Extractos de la Homilía del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, durante el tedeum en la catedral metropolitana

25 de mayo de 2012

 

 

 

El verdadero poder es el amor; el que potencia a los demás, el que despierta iniciativas, el que ninguna cadena puede frenar porque hasta en la cruz o en el lecho de muerte se puede amar. No necesita belleza juvenil, ni reconocimiento o aprobación, ni dinero o prestigio. Simplemente brota… y es imparable; y si lo calumnian o destruyen más reconocimiento incuestionable adquiere. El Jesús débil e insignificante a los ojos de los politólogos y poderosos de la tierra revolucionó el mundo. 
 
El mandamiento del amor apunta a que sintamos el llamado a trabajar nuestra capacidad de amar. No es, sin más, un impulso puro de la naturaleza, sino un don que, desde nuestro natural y desde la iniciativa de Dios, nos consolida como personas si le damos cabida y cultivo. En cambio, sin amor el alma se marchita y endurece, se vuelve fácilmente cruel. No por nada nuestros antiguos tomaron el término castizo de “desalmado” para quien no tiene compasión ni consideración al otro. El amor inspira la nobleza en el escriba y en Jesús a pesar de pensar distinto. Y “nobleza obliga”. Jesús abre la puerta a construir el Reino; la confianza mutua, basada en la confianza en lo superior, nos facilita no sólo la convivencia sino el construir común de una comunidad nacional que nos beneficie.
 
El amor hoy nos invita a proceder sin cortoplacismos, ocupándonos de las generaciones que vienen y no entregándolas a tendencias facilistas. Nos invita a proceder sin relativismos inmaduros, displicentes y cobardes. Nos invita a proceder sin narcotizarnos frente a la realidad y sin psicología de avestruz escondiendo la cabeza ante fracasos y errores. El amor nos invita a aceptar que, en la misma debilidad, está toda la potencialidad de reconstruirnos, reconciliarnos y crecer.
 
Lejos de ser un sentimentalismo común, y una mera impulsividad, el amor es una tarea fundamental, sublime e irreemplazable que hoy se torna una necesidad para ser propuesta a una sociedad deshumanizada. Lo ha señalado en dos de sus Encíclicas el Papa Benedicto XVI quien nos recuerda que todo el ascenso de la maravillosa fuerza vitalizadora del amor de deseo del hombre no se completa ni ennoblece ni encuentra su real sentido último sin el Amor como Don que proviene de Dios. 
 
 
Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires 
Buenos Aires, 25 de mayo de 2012
 
 
Fuente: aica.org – Texto completo

 

 

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