Evangelio según San Lucas 1,39-56

martes, 29 de mayo de
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En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
 

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Pedro Luchesse Diócesis de Villa María, Córdoba.

 

Este evangelio y esta celebración nos hace pensar en María y su servicio, ésta fiesta de La Anunciación es una muestra concreta de la expresión que tuvo María en el momento de la anunciación: "Yo soy la servidora del Señor".

Dice el texto, María parte sin demora para acompañar a su prima Isabel en su embarazo. Ésta es una forma concreta de servicio. Además María le lleva a Isabel la Buena Noticia, la llegada del Salvador! Y aquí está lo central…María acompaña siempre nuestra vida cotidiana y nos trae constantemente la Buena Noticia, nos trae a Jesús. Es un servicio que siga hoy haciendo a la humanidad entera.

Es que en la realidad de la encarnación – Jesús, en el seno de la Virgen- impulsa a María a no detenerse en sí misma y la abre a la dimensión del servicio. María no ve aún la realidad de Jesús presente en Ella pero lo cree, tiene una mirada de fe. También nosotros necesitamos esta mirada de fe, es decir, una capacidad visual que llegue a lo hondo de los acontecimientos que vivimos, un ojo que sepa reconocer que la fe, el gozo, el servicio – que son los elementos que surgen de esta lectura- son como la punta de un iceberg, indican que debajo hay algo grande y enorme, es la presencia de Dios, que motiva y alimenta la fe, el gozo y el servicio.

Sin embargo, si dejamos que las aguas tibias de la indiferencia, la inercia, la tibieza, la prisa, los afanes de la propia realización se suelten y quiten espacio en nosotros a la presencia de Dios, todo se pone al revés, y la fe se convierte en huída de la realidad, el gozo en una euforia, en una alegría pasajera y superficial, y el servicio en búsqueda de nosotros mismos.

 

Estamos invitados a servir como lo hizo María, como lo hizo Jesús, llevemos a cabo ésta invitación, distingámonos como cristianos en nuestra vida no por el afán de dominio, de prestigio, de figuración, sino por el servicio, y un servicio hasta dar la vida.

Por eso en este día en que María visita a Isabel recordemos nuestra invitación a ser servidores. Ciertamente hay servicios que solo los puede prestar el amor, y suelen ser los más difíciles, los más duros y a veces, los más repulsivos. Por ejemplo, los infinitos servicios de una mamá en el hogar, los sacrificios de tantos padres para sostener sus casas, la presencia religiosa y misionera en culturas tan ajenas a la propia, solo lo puede explicar el amor. Se sirve desde el amor. Servir amando. O podemos decir, porque se ama, se sirve. Seres grandes consagrando la vida a los demás, gastar la vida en el servicio, recordemos que debajo está la presencia de Dios que motiva y alimenta la fe, el gozo y el servicio, en estos tiempos de acentuado individualismo donde es frecuente el desinte´res y la búsqueda de nosotros mismos está bueno recordar esta enseñanza en la fiesta de María. Que así sea!

 

 

 

 

Oleada Joven