<Nadie me puede ayudar>; esta formulación de la experiencia humana ya no es válida. Llegue a donde llegue el hombre a través de sus pecados, hasta allí ha enviado Dios Padre a su Hijo. La consecuencia del pecado es la muerte (cf . Rom 6,23). La consecuencia del pecado es sin embargo también la maravillosa solidaridad de Dios, que nos envía a Jesús como amigo y salvador. Por eso al pecado original se le llama también felix culpa: <Oh feliz culpa que mereció tal redentor> (Liturgia de la Vigilia Pascual).
Material extraído del YouCat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica.
Ediciones Encuentro, Madrid 2011
I Parte: Creo en Dios Padre
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