Un Sendero con Sentido: vida contemplativa
· Es docilidad al Espíritu que nos lleva al desierto y nos fortalece en la entrega
· Oración en común que crea comunión y comunidad.
· Ámbito donde el Señor abre nuestro corazón a la escucha y hospitalidad
· Vida intensa en Dios: tendemos a él por la fe, esperanza y amor.
· Permanecer con Jesús para recibir su Testimonio de Testigo Fiel a fin de ser testigos silenciosos de la Confianza
· Una vida donde remamos en la confianza ante las contrariedades, frustraciones, luchas, límites…
· Bajar al corazón de la Iglesia (Cuerpo herido del Resucitado) y al corazón del mundo.
· Continua búsqueda y encuentro de Dios hasta en los propios límites y miserias, en los que él nos da parte en su Misericordia.
· Una vida con rostro de “místicos” y “profetas”
· Todo (y todos) hacia Dios y en Dios.
· Vida en la que la contemplación es eje, estructura y vivificación para más vida.
· Camino recto mientras la mirada se fija en Dios que nos mira entrañablemente a todos.
· Vida en libertad que elige siempre la mejor parte que es Jesús: el Único Necesario
· Intento contante de estar afirmados y entrañados en Dios que es Padre y Madre
· Un peregrinar donde podemos (por gracia de Dios) unir la tierra con el cielo: un espacio de encuentro, trascendencia y plenitud.
· Vida que refleja el amor entrañable, fiel y pleno que ya es posible de alcanzar desde la tierra.
· Peregrinación donde aspiramos a vivir el amor de unidad entre nosotros mismos.
· Vida en la que Jesús, pleno de amor y ternura, se hace nuestro camino de vida en nuestros pequeños senderos de obstáculos, distracciones, poderíos, seguridades… se hace camino y horizonte.
· Es un peregrinar en la Esperanza, hasta llegar al Amor en plenitud viviendo el cielo anticipado en la tierra.
· Vida en la que somos testigos de la Promesa del Dios siempre Fiel.
· Es una nueva y permanente cercanía: signo y presencia de Aquel que nunca nos abandona ni deja.
· Es vivir el abrazo del Padre Dios que nos hace signos de encuentro y comunión.
· Vida que confirma y anuncia que Jesús viene del Amor y vuelve al Amor: él es el hombre libre que nos libera para amar.
· No es un anclaje en un infantilismo de cómo alcanzar el cielo: Sí el Espíritu nos guía y anima a poner los ojos en el cielo y el corazón en la tierra para dar respuesta al ansia de Dios.
· Vida que ahonda en la tierra, en cada rostro, en el hermano, en cada gesto para anticipar el cielo en la tierra.
· Vida donde no abandonamos ni olvidamos a Dios por estar en el corazón del mundo, así como tampoco dejamos ni huimos del mundo cuando estamos de cara a cara con Dios.
· Vida que confía en la providencia de Aquel que nos enriquece con su pobreza y nos compromete solidariamente con los hermanos.
· Vida de oración en el desierto del mundo.
· Espacio abierto y fraterno que despierta la sed de Dios y facilita su encuentro.
· Vida hondamente eclesial: que late en el corazón del Iglesia para ser testimonio en el corazón del mundo.
· Desierto fraterno en nuestra realidad cotidiana que se convierte en sal y luz de la tierra y el mundo gracias al camino de las Bienaventuranzas.
· Vida tras las huellas orantes de san José que acogió a Jesús al recibir a María en su casa.
· Vida de escucha de la Palabra como el silencioso José que se unió al Fiat de María.