“ESCUCHAMOS TU PALABRA…”
Todos buscamos a Dios de una u otra forma. ¿Dónde encontrarlo y dónde descubrirlo? Nuestro Dios no es un Dios mudo, sino que nos habla de diferentes maneras… Desea comunicarse, darse a conocer, donarse y quedarse con nosotros para acompañarnos en nuestra vida de todos los días. Y Jesús es el ROSTRO del Padre Dios. Él es la Palabra que se hizo “niño” y habitó entre nosotros. “De muchas maneras habló Dios…pero lo hizo plenamente en su Hijo, Jesucristo, el Señor”. ¿Cómo podemos leer la Palabra de Dios? ¿Es posible orar con la Biblia?
Para nuestra vida de fe la Palabra de Dios es fundamental así como el celebrar la Eucaristía en la comunidad. Te queremos compartir la alegría de este tesoro y regalo que es poder leer, rumiar, orar y saborear la Palabra de Dios que poco a poco nos va haciendo más parecidos a Jesús, más semejantes a él. Va sembrando en nosotros las actitudes, gestos, modo de obrar del Señor en lo cotidiano.
También queremos dar testimonio cómo la Palabra no sólo nos ayuda a conocer a Dios, sino también nos permite encontrarlo en su Amistad fiel. La Palabra es Jesús mismo, por eso con ella entablamos una relación personal…como cuando dialogamos con alguien. La Biblia no es un libro más. Dios nos habla en ella cuando leemos y nos escucha cuando le respondemos…
En la Palabra nos descubrimos acompañados en nuestras necesidades, encontramos la fortaleza, el consuelo y el aliento para el camino, en ella somos sostenidos en las situaciones problemáticas y encontramos luz para poder tomar decisiones… La Palabra nos enseña sobre el misterio de Dios y también vamos conociéndonos un poco más entre nosotros… nos ayuda a crecer y nos compromete con los otros…nunca nos deja indiferentes. Encontramos sentido a nuestra vida, a nuestra historia, al presente y nos despierta la Esperanza.
“Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé. Sí, ustedes saldrán gozosamente y serán conducidos en paz; al paso de ustedes, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de alegría, y aplaudirán todos los árboles del campo.” (Isaías 55, 10 al 12)
Si la Biblia es como una gran carta de Dios para nosotros. ¿Cómo no leerla, guardarla en el corazón y responderla con nuestra vida? Dos personas que se aman y se envían cartas las guardan como un tesoro valioso…y siempre leen lo escrito por la persona amada. ¡Cuánto nos ama Dios con su cariño y ternura! ¡Cómo no escucharlo y responderle!
¿Cómo podemos vivir como Jesús y seguir su ejemplo? ¿Cómo podemos conocer a Dios y ser mejores personas, hermanos entre nosotros y buenos vecinos según el Evangelio? ¿Cómo hacerlo si no dedicamos un tiempo especial para orar la palabra solos, en familia, en la comunidad, con algún vecino…?
Te invitamos a este regalo de la Lectura Orante de la Palabra o también llamada oración bíblica. Para ello te compartimos una manera de poder rezar con la Biblia (tanto en tu intimidad como en la comunidad).
· Busquemos un momento y un lugar especial. ¿Tenemos en nuestra casa un oratorio, un rincón o altarcito donde poder encontrarte con Dios? ¿Hay una imagen de nuestra Madre, La Virgencita, o de Jesús? allí podrías prender una vela… También sería lindo cada tanto intentar encontrarnos con otra familia o con alguien que esté solo…participar de la comunidad en la Capilla y allí juntos rezar con la Palabra.
· Nos podríamos proponer orar con el Evangelio (orado en la celebración) de cada Domingo… lo podemos ir rumiando durante esa semana. Puede ser un modo lindísimo para prepararnos a la celebración y también para seguir celebrándola durante la semana. Esta es una manera de sentirnos unidos a la familia de Jesús, a la Iglesia…Por la Palabra estamos en comunión con todos los hermanos… y con todos los que nos piden que recemos por ellos.
· Leeremos (o pediremos que otro nos lea) el texto del evangelio muy lentamente, buscando conocer más hondo ¿Quién es Jesús? ¿Qué hace y qué dice? ¿Con quiénes dialoga? ¿En qué lugar está? ¿Qué sucede cuando se encuentra con alguien?…etc. ¿Qué dice el texto, que sucede en este relato?
· Luego podemos dar un paso más… ¿Qué nos dice a mí (a nosotros) hoy y ahora…en este momento? ¿Qué me muestra del misterio de Dios y de mi propia vida? ¿Cómo ilumina esta palabra nuestra realidad familiar, de la comunidad? Tratemos de quedarnos un rato rumiando este texto…
· Quizá nos ayude anotar las respuestas a estas preguntas o las frases que nos llegan.
· El Señor quiere dialogar con nosotros y espera nuestra respuesta. ¿Qué le respondo (respondemos) a partir de lo que fuimos leyendo y meditando? Y la respuesta podrá ser una oración de petición, de alabanza, de acción de gracias, de pedido de perdón… un canto…
· La oración con la Palabra es un DIÁLOGO de amistad y amor con Dios que siempre nos ama…es saborear su palabra, gustarla como al tomar un mate. El mate tiene su ritmo, su rito…siempre está para todos, el mate es motivo de diálogo y encuentro, acompaña silencioso nuestro trabajo diario en la casa o en el campo. El mate se toma despacio y a ritmo lento. SE SABOREA… Así también queremos cada día saborear la Palabra de Dios. Gustarla y quedarnos con alguna frase que nos acompañe durante el día. El Dios que nos sale al encuentro en la Palabra es el mismo que viene a nosotros y descubrimos en los otros, en los hermanos, en la maravillosa creación de la naturaleza, en el propio corazón…en los acontecimientos (incluso en aquellos que pareciera no estar o quedarse callado…)
Que María, Nuestra Madre, la Señora de los ángeles, sea quien nos enseñe, nos ayude y nos guie en el encuentro con la Palabra. Ella siempre guardaba en su corazón todo lo que veía, escuchaba, miraba de Jesús. Y siempre le dijo “Hágase en mí según tu Palabra”, y a nosotros, “Hagan lo que Él les diga”.