El gusto de vivir

viernes, 22 de junio de
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  Felices los que saben reírse de sí mismos, 
porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrita, 
porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas  porque 
llegarán a ser sabios.

Felices los que saben escuchar y callar, 
porque aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son suficientemente inteligentes, 
como para no tomarse en serio, 
porque serán apreciados por quienes los rodean.

Felices los que están atentos a las necesidades de los demás, 
sin sentirse indispensables, 
porque serán distribuidores de alegría.

Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas 
y tranquilidad las cosas grandes, 
porque irán lejos en la vida.

Felices los que saben apreciar una sonrisa 
y olvidar un desprecio, 
porque su camino será pleno de sol.
Felices los que piensan antes de actuar 
y rezan antes de pensar, 
porque no se turbarán por los imprevisible.

Felices ustedes si saben callar y ójala sonreir 
cuando se les quita la palabra, 
se los contradice o cuando les pisan los pies, 
porque el Evangelio comienza a penetrar en su corazón.

Felices ustedes si son capaces de interpretar 
siempre con benevolencia las actitudes de los demás 
aún cuando las apariencias sean contrarias. 
Pasarán por ingenuos: es el precio de la caridad.

Felices sobretodo, ustedes, 
si saben reconocer al Señor en todo lo que encuentran 
entonces habrán hallado la paz y la verdadera sabiduría. 

 
           
Santo Tomás Moro
 
 

 

 

Oleada Joven