Evangelio según San Mateo 7, 21-29

miércoles, 27 de junio de
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice: "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: "Nunca los he conocido. Aléjense de mí, malvados."
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente".



Palabra de Dios

 

 


 

P. Gabriel Camusso

  

Buenos Días, que el Señor te bendiga en esta jornada en que queremos reflexionar en torno a este capítulo del evangelio de San Mateo, nos habla hoy el evangelio:  “No basta decirme Señor Señor para entrar en el reino de Dios, hay que poner por obra la voluntad del Padre, poner por obra la voluntad de mi Padre del cielo, no los que dicen, sino los que hacen”. Me parece oportuno repetir y te invito a hacerlo a vos también, varias veces esta frase:

"Señor -como si tu nos repitieras hoy de tus propios labios- los que hablan bien, los que rezan bien, los que oran y no hacen no entraran en el Reino de los Cielos, los que solo asisten a la misa, los que cantan Señor sin que al mismo tiempo transformen su vida cotidiana no entrarán en el Reino."

Sí, Jesús llega a decir que hacer la voluntad de Dios tiene una mayor importancia que la plegaria, sin embargo sabemos que muy bien queda claro en toda la palabra de Dios, la insistencia de la necesidad de la oración, y sabemos que no rezamos lo suficiente, pero sabemos también que la vida cotidiana tiene mucha importancia para cada uno de nosotros… lo que interesa a Dios no es solamente nuestros momentos de oración sino también nuestros momentos de vida.

 

Le preguntamos al Señor en esta día… ¿Qué esperas hoy de mi? ¿Qué actos quieres que haga Señor?

¡Que se haga tu voluntad en todo lo que haga en esta jornada!

 

“Aquel día muchos me dirán: Señor, Señor, si hemos profetizado en tu nombre y hemos echado demonios en tu nombre, hemos hecho muchos milagros en tu nombre. Y entonces yo les declararé: Nunca los he conocido, lejos de mi malvados.”  La sentencia del juez es severa, se trata de cristianos, de ministros que han predicado, que han echado demonios, que han hecho milagros, todo en nombre de Jesús, pero que ahora son condenados en su vida personal por no haber hecho la voluntad de Dios.

 

"Señor que uno pueda salvar a los demás y él perderse", que rara la expresión pero cuanta profundidad. Todo aquel que escucha estas palabras y las ponga por obra se parece al hombre sensato que edifico su casa sobre roca, edificar la vida sobre la palabra de Dios es edificarla sobre roca, edificar nuestra vida sobre Dios es construir algo en verdad sólido.

Notemos hoy que hay dos cosas importantes en esta frase: escuchar y poner por obras. ¿Procuro que en mi vida que mi ideal se haga carne, se haga gesto? ¿Se haga servicio concreto? ¿Mi oración se encarna luego a su vez? ¿Cambia la oración mi día?

 

Esta es la conclusión del primer sermón de Jesús, hay que arremangarse, ponerse al trabajo, es una invitación a la acción… Dios no está en las nubes sino allí donde nuestro trabajo nos espera.

Que el Señor te bendiga y te regale una hermosa jornada.

 

 

 

 

Oleada Joven