Evangelio segun San Lucas 8, 4-15

viernes, 17 de septiembre de
image_pdfimage_print

 

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: "Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando".

Palabra de Dios


 

 

Reflexión: Monseñor Eduardo Martín | Obispo de la Diócesis deRio Cuarto

 

 

En el evangelio de este sábado nuevamente se nos presenta la parábola del sembrador, que salio a sembrar las semillas y que una callo en el camino, la otra callo en las piedras y la otra callo en las espinas y finalmente la que callo en buena tierra. Nuevamente vemos aquí la comparación entre la potencia de la palabra de Dios, la potencia de la gracia de Dios y la disposición con la cual recibimos esa palabra.

Nuestro corazón es la tierra, nuestro corazón es el receptáculo de esa palabra. Si nuestro corazón es superficial, será como el pavimento, como el camino que la semilla no penetra y entonces viene el maligno y la arrebata.

Si nuestro corazón es árido porque no tiene esa disposición, ese deseo de Dios, entonces es como la semilla que cae entre las piedras que, tiene poca profundidad también, que tiene aridez y entonces no puede echar frutos, sacar frutos. También es muy decidor el penúltimo de los ejemplos, cuando la semilla cae entre espinas, es cierto, dice “Recibe con alegría” la palabra de Dios. Pero las preocupaciones del mundo, las tentaciones del de la carne, los placeres de la vida la ahogan. Como entonces tenemos que esta, vigilantes para poder realmente hacer que fructifique la palabra de Dios en nuestra vida.

Primero librándonos de esas preocupaciones inútiles, con las cuales muchas veces ahogamos la palabra de Dios, preocupaciones, incluso temporales no ilícitas, pero si realmente que nos distraen del verdadero sentido de las cosas, o los placeres de la vida, en este mundo tan hedonista que quita energía y fuerza para que la palabra de Dios fructifique o estas sensaciones del mundo que nos ahogan y que nos impiden vivir con alegría y dar fruto.

Y finalmente esta palabra que cae en la tierra fértil del corazón que con constancia dice el Señor que dan frutos, gracias a su constancia, es una palabra fundamental la constancia, la perseverancia.

A ustedes jóvenes que a veces les cuesta ser perseverantes en un esfuerzo, perseverantes en un camino, pues aquí esta la clave: En la constancia salvarán sus vidas, nos dice también el Señor en el evangelio.

Los animo y me animo a mí también, pidiendo al Señor que la palabra, que ha venido para ser nuestra salvación, penetre profundamente en nuestros corazones y de todo los frutos , que el Señor quiere que de.

Hasta el próximo sábado, si Dios quiere!

 

 

 

Oleada Joven