Señor y Padre nuestro, danos un corazón grande, capaz de reconocer en nosotros todos y cada uno de tus dones.
Líbranos de la falsa humildad que nos impide descubrir en nuestra vida la maravilla de tu acción misericordiosa.
Enséñanos a sabernos pequeños pero no despreciables, siervos pero no esclavos, pobres pero verdaderos hijos tuyos, y a cantar con alegría y acción de gracias que has hecho obras grandes en nosotros y tu nombre es santo.
Ayúdanos a cultivar con esmero todas las semillas que tu amor fecundo va sembrando en el campo de nuestra vida, para que, gracias a la acción de tu Espíritu, crezcan y fructifiquen para alabanza de tu gloria.
Te lo pedimos por medio de tu Hijo, Cristo resucitado, y por intercesión de María, madre y hermana, agraciada y agradecida, cantora de las maravillas de Dios.
Haznos vivir siempre, como ellos, en espíritu de bendición, de alabanza y de acción de gracias. Amén.
Ángel Sanz Arribas, cmf