Evangelio segun San Mateo 20,20-28

martes, 24 de julio de
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 En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: "¿Qué deseas?" Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?" Contestaron: "Lo somos." Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre." 

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."


Palabra de Dios


 

P. Daniel Nardini



Compartimos en este día, en que celebramos junto a toda la Iglesia, la fiesta de Santiago apóstol.

El texto del Evangelio que es el de Mateo en el capítulo veinte, recordar a un apóstol, para nosotros, los cristianos, hombres y mujeres miembros del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, es celebrar la fe de aquel que ha sido testigo y de la cual nosotros dependemos, de su testimonio depende nuestra fe, y de su intercesión la madurez de nuestra fe. Por eso siempre como Iglesia celebramos a los santos, a los apóstoles, porque son testimonios vivos que nos ayudan a mirar ciertamente que es posible vivir el Evangelio y alcanzar las promesas del Evangelio.

 

Esta fiesta del apóstol Santiago trae un Evangelio que es muy hermoso, que es tan humano, en el cual el Señor va educando esa humanidad en el verdadero sentido que debe tener con la comunión en la misma suerte que Cristo. La humanidad que sigue, que es discípula de Cristo, tiene el mismo destino de Cristo, no sólo la cruz sino fundamentalmente la resurrección y la vida nueva.

Aquí aparece una escena muy hermosa, en donde la madre de los cebedeos, es decir Santiago y Juan, quiere pedirle a Jesús que sus hijos ocupen un lugar importante en su reino. Ellos tampoco habían comprendido bien cuál era el reino de Jesús, en que consistía este reino de Jesús, habían quizás tenido una mirada un poco terrena sobre lo que era instaurar el reino de Dios.

Jesús, entonces, con la respuesta inmediatamente ubica en dónde y cómo se consigue y se conquista este reino de Dios. ¿Pueden ustedes beber el cáliz que yo beberé?, y sólo cuando ellos descubren que es a través del sufrimiento y asumen este sufrimiento, el Señor les empieza a hacer descubrir que hay una mirada sobre la vida, la misión, y sobre la autoridad que el discípulo tiene, que no es conforme a la autoridad que se entiende en el mundo. Quien ha aceptado la cruz, el cáliz de Jesús para ser discípulo, ejerce su función a la luz y a la semejanza de Cristo el Señor. La cruz nos marca la autoridad en la calve del servicio al modo de Jesús, el servicio del amor hasta el fin, el servicio que yo he venido a servir y no a ser servido. ¿Cómo es el modo como Jesús nos sirve?

 

Recordemos algunos ejemplos de Juan, en el lavatorio de los pies, que es el ocupa el relato de la institución de la Eucaristía. La Eucaristía nos une al cáliz, el cáliz nos hace servidores, y por tanto hermanos de aquellos que necesitan nuestro servicio.

Toda nuestra vida está marcada por este servicio que surge de beber el cáliz de Jesús. Por eso, sólo quien bebe el cáliz, quien se alimenta de ese cáliz, puede servir verdaderamente al hombre en el amor que el hombre merece, porque lo sirve en el amor de Dios.

Nosotros, como discípulos de Jesús, podríamos preguntarnos: en nuestra vida cotidiana ejercemos distintos niveles de autoridad, ¿esta autoridad en un servicio vivido al modo de Jesús?, ¿la ejercemos al modo de Jesús?

 

Le pidamos a Jesús, el Señor, a la madre de los apóstoles, a Santiago apóstol en este día que interceda por nosotros y que nos regale mirar nuestra vida en la clave de esta comunión con el cáliz, que es la Eucaristía para ser servidores al corazón del hombre que clama por un amor que le ayude a trascender todas y cada una de aquellas dolencias a las cuales nosotros estamos llamados a ser, en el amor a Cristo, sus servidores.

 

 

 

Oleada Joven