Amigos

martes, 24 de julio de
image_pdfimage_print

 

 

 
Tengo amigos que no saben cuánto son mis amigos.
No perciben el amor que les profeso y la absoluta
necesidad que tengo de ellos.
(…)

Y yo podría soportar, sin embargo no sin dolor,
que hubiesen muerto todos mis amores,
mas enloquecería si muriesen todos mis amigos!
Hasta aquellos que no perciben cuando son mis amigos
y cuánto mi vida depende de sus existencias…

A algunos de ellos no los frecuento,
me basta saber que ellos existen.
Esta mera condición me llena de coraje
para seguir enfrente de la vida.
Mas, porque no los frecuento con asiduidad
no les puedo decir cuánto los quiero. Ellos no lo creerán.

Muchos de ellos están leyendo esta crónica y no saben
que están incluidos en la sagrada relación de mis amigos.
Y las veces, cuando los frecuento, noto que ellos no tienen
noción de cómo me son necesarios, de cómo son indispensables
a mi equilibrio vital,
porque ellos hacen parte del mundo
que yo, trémulamente, construí
y se tornaron en fundadores de mi encanto por la vida.

Si uno de ellos muriera, yo quedaría torcido para un lado.
Si todos ellos murieran, yo me desmoronaría.
Es por eso que, sin que ellos sepan, yo rezo por su vida.
Y me avergüenzo, porque esa súplica está, en síntesis,
dirigida a mi bienestar.
Ella es, tal vez, fruto de mi egoísmo.

A veces, me sumerjo en pensamientos sobre alguno de ellos.
Cuando viajo y estoy delante de lugares maravillosos,
me cae alguna lágrima porque no están junto a mí,
compartiendo aquel placer…

Si alguna cosa me consume y me envejece
es que la rueda furiosa de la vida no me permite
tener siempre a mi lado, habitando conmigo, andando conmigo,
hablando conmigo, viviendo conmigo,
a todos mis amigos, y, principalmente los que solo desconfían
o tal vez nunca van a saber
que son mis amigos!

La gente no hace amigos, ¡los reconoce!
 
 

Vinicius de Morais*
 
 
* Versión resumida

 

 

Oleada Joven