Señor, me recordás como salís a mi encuentro
siempre que estoy perdido,
siempre que me alejo de Vos.
Vos conocés mi abandono, mi pequeñez,
mi inconstancia, mis incoherencias y errores
y con ellos me querés, Señor.
Sabés bien, Señor, qué es lo que distrae de Vos,
lo que me hace mediocre.
Pero Vos, Señor, venís a salvarme,
me rescatas como oveja perdida
y me metes en tu redil,
que es donde están las fuentes de la Vida.
Vos te las arreglas, Señor, aunque yo me aleje,
para que viva mi historia junto a Vos.
Gracias, Señor, no puedo más que
cantar tus maravillas y agradecer tus desvelos.
Yo soy del todo tuyo, Dios mío.
Amén.
Mari Patxi Ayerra