Evangelio segun San Mateo 14, 22-26

martes, 7 de agosto de
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En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.


Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".


"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios". Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.

 

Palabra de Dios

 

 

 



Reflexión: P. Javier Soteras  Director Radio María Argentina

 

 Este relato de Jesús caminando sobre el agua está unido a la escena de la multiplicación de los panes.  En este texto, los discípulos emprenden viaje en la barca, mientras Jesús asciende a la montaña para quedarse en compañía de su Padre, en una larga oración.

 

Es de noche, el viento sopla en contra y las olas golpean fuerte.  Después de haber pasado toda la noche en esa penosa situación de maltrato por parte de las olas, los discípulos se encuentran con Jesús. Pero no, de cualquier manera. Se encuentran con Jesús caminando sobre las aguas. Ven a Jesús caminando sobre el agua y asustados, se ponen a gritar.

 

¿Qué es lo que están viendo? Jesús les dice:  “no soy un fantasma, soy yo”; Esta expresión habla anticipadamente en este lugar del texto, de la gracia del triunfo de Jesús sobre la muerte.


Este caminar sobre las aguas es un triunfo de Jesús sobre el caos y sobre la muerte que representa el agua. Podríamos decir así: estamos en presencia de un texto pascual. Es pascua de Jesús que camina sobre el agua del temor de los discípulos, sobre las aguas de nuestras turbulencias. Hay una aparente ausencia del Señor en medio de la dificultad, mientras ellos avanzan. Como nos ocurre, también a nosotros.


Cuando la vida nos golpea y hay dificultades para avanzar, la pregunta que surge es ¿Dónde está Dios? Hay fuerzas que se oponen a nuestro andar. Hay tinieblas que nos rodean. Hay elementos que maltratan nuestro peregrinar, y sobre todo esto, está nuestra falta de fe que nos impide reconocer al Señor cuando se acerca a nosotros.

Parate a ver en cuantas oportunidades, en medio de las situaciones más complicadas y más difíciles; Dios te devolvió la calma, la paz, la serenidad y te puso en camino. Te demostró que por encima de todo, el seguía teniendo fuerte, el timón de tu barca para que llegara a donde tenía que llegar. A la otra orilla.

Bienvenida sea, esa experiencia de presencia de Dios en tu vida, que te hizo superar todas las dificultades, representando en el mar, a las fuerzas del mal.


Que Dios te permita reconocerlo y ver las veces que saliste adelante sin saber como llegaste, hasta el lugar donde querías llegar.

Cuando llegaste, seguro dijiste: ¿Qué hago acá? ¿Cómo hice para llegar a este lugar? ¿Cómo y de qué manera fuiste superando, lo insuperable en tu camino? Como lo superaste sólo por gracia de Dios, capaz de lo imposible en tu propia vida.


Para nosotros, esto es una enseñanza de vida. Las dificultades son una realidad en nuestra vida. La vida tiene un costo en cualquiera de los aspectos en los que se va desarrollando, creciendo y madurando.

El costo es doloroso, si nos quedamos frente a la dificultad que supone el crecimiento y la madurez. Seguramente, nos quedaremos estancados.

La queja surge en nosotros cuando atravesamos momentos difíciles. Son las olas que van golpeando nuestra existencia.


Es todo una enseñanza que nos deja la Palabra para que nosotros nos animemos a ir hacia delante sin mirar para atrás y a los costados. No con anteojeras o con una mirada de 360°. Si no, básicamente con un punto hacia delante que es donde el Señor, nos muestra el camino. Anímate a mirar a Jesús. El Señor te tomará de la mano para sacarte del pozo en el que te encuentras.


En lo de todos los días, encontramos estas olas que golpetean nuestra barca en la decisión de ir hacia delante. Paciencia. El saber que es un momento que pasa y el poner la mirada en la meta, nos permite superar la dificultad.

Miremos hacia la meta, y no aflojemos en nuestro camino de avanzar hasta donde Dios nos quiere llevar, para hacernos madurar y crecer.

 

Oleada Joven