Evangelio segun San Mateo 16, 13-23

miércoles, 8 de agosto de
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En aquel tiempo llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les preguntó: "Y ustedes, ¿quién decen que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.


Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Alejate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.

 

Palabra de Dios

 


 

Reflexión: P. Juan Martínez  

 

Jesús va hacia la región de Cesarea de Filipo y pregunta a sus discípulos qué opina la gente acerca de Él. Esta es una ocasión en la que Jesús va de alguna manera modelando en el andar el discipulado de sus seguidores, madurando una respuesta; y ahí, entonces, tras la pregunta de qué opinan los demás de quién es el Hijo del Hombre, lo más jugoso del Evangelio de hoy es la pregunta que dirige en primera persona a sus seguidores: ¿Quién dicen ustedes que soy yo?

 

Con esta pregunta nos está interpelando, buscando en nosotros una respuesta renovada acerca de quién es Jesús para nosotros. En la respuesta de Pedro en Cesarea de Filipo, que es una gran ciudad que tenía un gran esplendor, muchos beneficios, y es ahí delante de todos esos bienes, donde Jesús les va a preguntar: ¿quién soy yo para ustedes?, ¿qué lugar ocupo?

Como esas preguntas que a veces nos vienen a nosotros de alguien muy querido, ¿quién soy yo para vos?, que es mucho más que un nombre, un apellido, mucho más que una situación, un parentesco, o un vínculo.

 

Y la respuesta que obtiene Jesús es de un Pedro asistido por lo alto. Al acercarnos a la Palabra que bueno que hoy el Señor pueda renovar en nosotros una adhesión creyente acerca de su persona. No va a ser la gran elocuencia, ni la gran capacidad de Pedro, sino el haber sido asistido por lo alto, que le permite tener una respuesta creyente a la pregunta de Jesús.

También nosotros hoy, ante otras Cesarea de Filipo, en el lugar donde vivimos, la Palabra nos vuelve a dejar esta pregunta: ¿quién soy yo para vos?, ¿qué lugar ocupo en tu vida?

 

Ahí entonces la respuesta de Pedro siempre será un modelo de respuesta. Él tuvo la gracia de constituirlo en piedra, de dar solidez a la fe de la Iglesia, una solidez en la que nosotros también debemos afianzarnos cada vez que esta pregunta nos visita.

José Luis Martín Descalzo a la luz de este pasaje comenta y deja dos expresiones que quisiera resaltar: “Hace dos mil años un hombre formuló esta pregunta a un grupo de amigos y la historia no ha terminado aún de responderla” Es bonito como de alguna manera sigue dejando abierto en este camino de seguimiento, como esta invitación del Señor sigue en nosotros como un eco ininterrumpido en el tiempo reclamando adhesión de fe.

Martín Descalzo también comenta: “Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar seguro de que aún no ha comenzado a vivir”.

 

Qué bueno también para nosotros asumir como discípulos que hay momentos en la vida en los que nos tenemos que hacer cargo que la adhesión, la respuesta, acerca de la identidad de Jesús, esa actitud creyente ante el misterio debe tenernos en primera persona del singular, debo decirla yo.

Muchas veces hemos repetido la fe que otros nos han transmitido, y que es muy bueno, muy laudable, pero por momentos empieza a ser insuficiente. Un discípulo que madura ha de cargar en primera persona con el auxilio de la gracia, pero él ha de hacerse cargo de esta respuesta, a la pregunta de Jesús.

Qué bueno pedir la gracia, junto al inicio del año de la fe, poder de alguna manera en la fe dejarnos modelar por Dios para darle una respuesta acerca de quién es Jesús.

Y esto que nos dice Martín Descalzo, la idea de acertar en la identidad de Jesús, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”, la respuesta de Pedro a Jesús, de alguna manera le devuelve a Pedro una actitud refleja acerca de su identidad: “Yo te digo Pedro”.

Este tú que Pedro formula acerca de la identidad de Jesús, le devuelve de labios de Jesús también un elemento de su interioridad: “Tú eres Pedro”.

Qué imagen de Jesús es la que tengo, qué imagen de Dios manifestada en Jesús de Nazareth es la que de alguna manera me anima, me alienta.

Pedro tuvo que recibir el elogio del Señor: “Feliz de ti Simón” y después este duro reprendimiento que hace Jesús: “apártate de mí Satanás”. Es fuerte también esta expresión con la que Jesús corrige a Pedro.

 

Es cierto que tenemos que crecer en nuestro andar para dar una respuesta más nítida acerca de Jesús, no menor también en nosotros la docilidad para dejarnos corregir en nuestro interior acerca de la imagen de Dios que se ha manifestado en Jesús de Nazareth.

Te invito a reflexionar acerca de esta pregunta que un día Jesús lanzó a Pedro, que va como un eco atravesando la historia y llega hasta nosotros buscando una respuesta nueva, necesaria siempre de purificación.

 

Que el Señor te bendiga, que tengas una buena jornada.



 

Oleada Joven