Señor, sólo Tú aciertas a soportar mis defectos con extremada paciencia.
Incluso mis infidelidades e ingratitudes, aunque te ofenden,
no te impiden estar siempre dispuesto
a concederme tu gracia y tu amor, si yo las deseo.
Sí, Dios mío, Tú serás mi fuerza, mi guía, mi director, mi consejero,
mi paciencia, mi ciencia, mi paz, mi justicia, mi prudencia.
A Ti acudiré en las tentaciones, arideces, contrariedades y temores.
No quiero temer nada en adelante, ni los engaños y ardides del demonio,
ni mi debilidad, porque serás Tú mi fuerza en las pruebas;
y me prometes serlo en proporción a mi confianza.
Pero lo maravilloso es que cuando me pones en esta situación,
al mismo tiempo me otorgas la misma confianza.
¡Seas eternamente alabado y amado por todas las cosas creadas!
¿Qué sería de mí si Tú no fueses mi fuerza?
Y si, como me lo aseguras, lo eres ¿ qué no podré hacer con ella por tu gloria?
Amén.
"Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Fil 4,13).
San Claudio de la Colombiere