Evangelio según San Mateo 19, 3-12

jueves, 16 de agosto de
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Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?". El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?". El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".

 

Palabra de Dios

 

 


Reflexión:  P. José Navarro Asesor de la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Tucumán

 

 

En el tiempo de Jesús, la discusión sobre el tema del divorcio estaba polarizada en dos escuelas: una, laxista en grado sumo, admitía el divorcio por cualquier causa: era suficiente para despedir a la mujer que se le hubiese quemado o simplemente ahumado la comida, según su interpretación de la Ley genérica que autorizaba el divorcio si el marido “descubre en ella algo vergonzoso” (Dt24,1). La otra escuela, rigorista, entendía que la excepción del Deuteronomio se refería únicamente al caso de adulterio.

 

El asunto lo presentan los fariseos como pregunta capciosa. Jesús responde haciendo alusión al orden primordial establecido por Dios (Gn1,27; 2,24; 5,2).

 

En aquella sociedad, dominada por los hombres, una mujer repudiada debía regresar a la casa de su padre llevando consigo el deshonor que afectaría a toda su familia de origen. La amenaza de divorcio era un arma implacable para asegurar la sumisión de la mujer a su marido. En este contexto, las palabras de Jesús son tremendamente liberadoras. La prohibición del divorcio es, eminentemente, una defensa de la mujer y una recuperación del designio de Dios establecido desde el principio.

 

Para Jesús el matrimonio, no es un simple acuerdo de dos que alegremente deciden convivir por una conveniencia egoísta y para satisfacer sus necesidades primarias; es mucho más que eso, porque es hacerse “una sola carne”, y en el matrimonio es Dios mismo el que sella la unión.

 

Por tanto es necesario entender que el matrimonio es una vocación, un llamado que el Señor nos hace. Es uno de los caminos que el Señor nos invita a seguir para alcanzar la felicidad. Entonces, si tomamos el peso de las palabras de Jesús, te darás cuenta de lo importante que es tomar en serio tu noviazgo. No digo que porque te pongas de novio te tenés que casar!!! Sino que es un tiempo, una instancia para que ambos vayan descubriendo lo que el Señor les va diciendo…

 

Te invito a que reces por tu noviazgo, para que sean dóciles al Señor, y te invito a que reces por los matrimonios para que se sientan una sola carne, y que nunca dejen de alimentar el amor que los unió.


 

 

Oleada Joven