El Señor es todo para mí. Él es el que me siguió y me persiguió, cuándo más desorientada y dolida estaba. Él me llamó un día al desierto y me habló de amor. Él cambió mi historia para siempre, cuándo se me terminaron las ganas, las esperanzas y cuándo creí que ya nada tenía sentido. Él es todo para mí. Hoy tengo 42 años y mi hija Zoé tiene 13 años, siento una felicidad que no se puede explicar con palabras. Tengo problemas como todos y de distintas índoles, pero no hay nada que cambie en mí la convicción de que vale la pena ser amada por el Señor, porque éso es lo que el Señor ofrece, y está en nosotros decir "sí". Y no importa nuestra situación o que tan alejados nos parezca que estamos, en realidad el Señor siempre está en nuestras vidas y muy cerca. Nadie podrá convencerme de lo contrario. Rita