Son mis hermanos

miércoles, 5 de septiembre de
image_pdfimage_print

 

 

¿Quiénes somos nosotros para condenar a nadie?
Es posible que veamos a alguien realizar algo que no nos parece correcto, pero ignoramos por qué lo hace.
Jesús nos invita a no condenar a nadie.
Podría ser que nosotros fuésemos los responsables de que otros realicen actos que no nos parecen correctos.
No olvidemos que se trata de hermanos y hermanas nuestros. Ese enfermo de lepra, ese enfermo de la enfermedad que sea, ese borracho: todos son hermanos y hermanas nuestros.
También ellos han sido creados por un amor más grande.
Es algo que nunca deberíamos olvidar.
 
 
 
Ese enfermo, ese alcohólico, ese ladrón son hermanos y hermanas míos. Es posible que se encuentren abandonados por las calles porque nadie les ha dado amor y comprensión. Ustedes y yo podríamos estar en su lugar si no hubiésemos sido amados y comprendidos por otros seres humanos.
Jamás me olvidaré de un alcoholizado que me refirió su historia. Se había abandonado al alcohol para olvidar el drama de no sentirse querido. Antes de juzgar a los pobres, tenemos el deber de observar nuestro interior.
 
Beata Madre Teresa de Calcuta
 

 

 

Oleada Joven