En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Eduardo Martín | Obispo de la Diócesis de Rio Cuarto
En el último sábado de este mes de septiembre, queridos jóvenes nos presentan dos cosas también el evangelio que me han llamado la atención. La primera es que todos quedaban admirados por las cosas que hacia Jesús, la gente quedaba estupefacta, quedaba admirada de este hombre Jesús. ¿Quién es este? Se preguntaban muchas veces, los mismos discípulos se llegaron a preguntar ¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen, cuando calmo la tempestad en el lago? ¿Quién es este que realiza estos signos, estos milagros, estas curaciones? Quedaban realmente admirados y realmente estos hechos que Jesús realizaba confirmaban la verdad de sus palabras.
Jesús predicaba, enseñaba y la gente quedaba admirada no solo de su enseñanza, sino de sus obras que confirmaban la verdad de sus enseñanzas y quedaban admirados de su enseñanza que además iluminaban y daban el sentido a las cosas que Jesús decía, gestos y palabras, palabras y gestos de ese modo Cristo ha ido obrando en nuestra salvación.
Por eso pidámosle al Señor que nos de unidad entre nuestro hacer y nuestro decir, entre lo que pensamos y decimos, entre lo que decimos y hacemos.
Y el otro aspecto de este evangelio es que Jesús a pesar de que la gente lo admiraba, ya sabe, ya tiene conciencia de que el va a hacer entregado en manos de los hombres, que va a tener que padecer. Los discípulos todavía no lo comprendían, es la segunda vez que les anuncia, esto que va a suceder, pero todavía tenían cerrado sus ojos y no podían comprender la profundidad de este sufrimiento, de este ser entregado en manos de los hombres.
Será sin embargo la entrega en la cruz, la entrega de su cuerpo y el derramamiento de su sangre lo que nos traerá el perdón de nuestros pecados y de la salvación.
Por eso le pedimos al Señor que también, que podamos comprender la cruz, que nos de espíritu de conocimiento y de sabiduría para entender la hondura de la cruz, abrazarla y así hacernos con el también partícipes de la redención del mundo.
Hasta el próximo sábado si Dios quiere!.