Nadie puede creer por sí solo, como nadie puede vivir por sí solo. Recibimos la fe de la Iglesia y la vivimos en comunión con los hombres con los que compartimos nuestra fe.
La fe es lo más personal de un hombre, pero no es un asunto privado. Quién quiere creer tiene que poder decir tanto <yo> como <nosotros>, porque una fe que no se puede compartir ni comunicar sería irracional. Cada creyente da su asentimiento libre al <creemos> de la -> IGLESIA. De ella ha recibido la fe. Ella es quien la ha trasmitido a través de los siglos hasta él, la ha protegido de falsificaciones y la ha hecho brillar de nuevo. La fe es por ello tomar parte en una convicción común. La fe de los otros me sostiene, así como el fuego de mi fe enciende y conforta a otros. El <yo> y el <nosotros> de la fe lo destaca la iglesia empleando dos confesiones de la fe en sus celebraciones: el credo apostólico, que comienza con <creo> (-> CREDO) y el credo de Nicea-Constantinopla, que en su forma original comenzaba con <creemos> (Credimus).
Material extraído del YouCat, Catecismo Joven de la Iglesia Católica.
Ediciones Encuentro, Madrid 2011
Parte I: Lo que creemos
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