Evangelio segun San Lucas 16, 19-31

viernes, 24 de septiembre de

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.  Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.  Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.  Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. "  Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.  Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."  El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."  Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""

Palabra de Dios


Reflexión: Monseñor Santiago Olivera | Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje 

Este evangelio que se nos ah indicado para este domingo, nos presenta dos hombres, un hombre rico que tiene de todo y que vive para sí, en la satisfacción constante de sus placeres, de su poder, de su vida, en torno siempre, con todo lo que tiene, sobre si mismo. Es un hombre rico, pero no solamente el rico económicamente porque tiene mucho, dinero o bienes, sino el rico en otro tipo de bienes, como puede ser el de la cultura, el de la educación, el del poder que puede llegar a tener. Rico en todo y siempre centrado en si mismo. Y el otro hombre, el pobre, que está hambriento, enfermo, abandonado, los perros son los que lo van a lamer como para aliviarle un poco esa tremenda enfermedad que tiene. También pobre no es solo el que económicamente esta tan necesitado, están las otras pobrezas que tienen el hombre, la pobreza cultural, la pobreza del amor que no tiene, no solamente que no recibe, sino que no es capaz de darlo. Es una pobreza que está muy metida cuando el corazón se endurece por distintos modos, por el poder, por las actitudes con que afronta la vida. No es solo pobre el que no tiene dinero. También el rico cuando no tiene esa plenitud de vida, es una pobre persona.

Y están estos dos tipos de vida humana, que no se mide por las cuentas bancarias que uno tiene, sino por el estilo de vida que uno lleva; habla de una doble situación del hombre. Ahora y después en el mas allá también se habla de una doble situación del hombre, porque en el mas allá, el que es pobre será consolado, es decir no estará solo, eso significa consolar, estar con el que se siente solo, por eso el consolado es alguien que esta con otro que lo consuela, y ¿Qué será este otro mas allá? Y es nada menos que Dios y que Jesús.

A su vez, el rico, el que tuvo tanto y al final no tenía nada, ese quedará atormentado. Son las dobles situaciones del hombre, esa separación de los hombres aquí, entre ricos y pobres, y rico lo digo en el sentido amplio que expresé antes, se va a prolongar pero ya de una manera cambiada en el mas allá. El pobre será consolado, el rico atormentado. ¿Quién es el pobre? Para decirlo con todas las letras, es el que depende de Dios, el que está disponible a Dios, el que está convertido a Dios. El rico es el que solo depende de sí mismo, o cree que depende de sí mismo, y que por eso porque cree que depende de sí mismo, y todo lo que esta teniendo y va acumulando, lo van haciendo cada vez mas cerrado en sí mismo, tiene un corazón cada vez más duro, encerrado en lo suyo. El rico es condenado en el evangelio, no porque tenia riquezas sino porque no atendió a ese pobre Lázaro, que estaba ahí a la puerta de su casa, sufriendo y alimentándose peor que los animales, ese abandono del pobre es lo que ah hecho que el rico sea condenado.

El pecado no es la riqueza, o mejor dicho, es aquella riqueza que aísla al hombre de los que sufren, el estar encerrado en uno mismo, tal vez en la riquezas que no solamente son económicas, sino culturales, de poder y de fuerza, en estar encerrado en sí mismo, es lo que a uno lo catapulta en el mas allá, a la soledad. Esa soledad que la riqueza fue creando, es la soledad que en el más allá, espera a los que son así ricos, y ¿De dónde viene esa conversión a Dios? Como lo decía Jesús, poniéndolo en boca d Abrahán cuando le dice que si muerto va a avisarle a los hermanos del rico, se van a convertir, Jesús le dijo: “No”. No es cuestión de que resuciten muertos para convertirse, es cuestión de escuchar a Dios, escuchar La Palabra, esa palabra que acabamos de proclamar, que estamos leyendo, escucharla y escucharla para nosotros, para cada uno. Esa es la manera como nos convertimos y como de estar siendo tal vez, en algún sentido, ricos, nos ponemos disponibles ante Dios, para estar así con el y así ser ahora y luego consolados, con el Dios que está cerca y en nuestro corazón.

Que el Señor nos bendiga y nos acompañe.

 


 

 

Oleada Joven