Tender puentes

viernes, 7 de septiembre de
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Cuando nos encontramos frente a la palabra “límite”, la primera reacción es de resistencia, como si los límites nos negaran o apartaran de algo que queremos. El límite es en realidad el lugar de encuentro. Al marcar mi límite doy lugar para que el amor, sea. Además conociendo nuestros propios límites, los que me demarcan y definen, podemos aceptarlos y amarlos.

 

Los límites nos ayudan a mantener lo bueno por dentro y lo malo por fuera. Pero los límites no son murallas. Todas las cercas necesitan puertas que se abran y se cierren según lo requiera la ocasión. Aprender a tener límites sanos implicará entonces, “tender puentes” y aprender a decir “no” a lo que nos daña, y decir “si” a lo mejor, a lo que nos nutre y alimenta.

 

Dios nos creó para el amor, para vincularnos con nuestros prójimos, para amarnos y amar. Es en lo vincular donde se encuentra uno con los secretos del amor. Entonces bajemos la guardia. Que no seamos fortines infranqueables en donde nada ni nadie pueda pasar. Puede que con murallas nadie nos dañe, pero tampoco nada bueno nos va a suceder ni nadie nos podrá amar. Nos animemos entonces a tender puentes… al amor.

 

 Va a ser tan lindo hacer un puente
de verdad, todo para vos.
Va a ser hermoso hacer un puente
sobre el mar, sólo para vos…

 

 

 

De nuestra redacción

GA

 

 

 

Oleada Joven