Como brisa que pasa y estremece la flor

viernes, 21 de septiembre de
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Yo soy el que comprende, el que adora y suspira.
Toda la primavera canta en mi corazón.
Siento con la armonía de la tierra que gira
y en el azul del cielo con la constelación.

 

Voy sobre los abismos, bajo el cielo, en Pegaso
volando, atento al ritmo de mi música interna;
y las formas se ofrecen, sagradas a mi paso,
con la expresión cendrada de su belleza eterna.

 

Porque todo en el mundo es bello eternamente,
y cada instante tiene su inefable emoción.

Canto con las estrellas, suspiro con la fuente
y sueño con la luna la célebre visión.

 

¡Oh, celeste visión del alma mía pura,
y de mi corazón, que sueña, iluminado
por el amor divino, por la eterna hermosura,
ante el tiempo infinito y el más allá ignorado!

 

Admiro la belleza del mundo… la alegría
profunda de las cosas, y el profundo dolor…
Sobre mi pecho alienta la divina armonía
como brisa que pasa y estremece la flor.

 

Un sol eterno y puro me alumbra noche y día…
¡Porque en mi corazón está el amor!



 

 

Rafael Lasso de La vega

De «Las emociones inefables»,

en El corazón iluminado y otros poemas

 

 

 

 

 

Oleada Joven