En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.” Él les contestó: “Veía a Satanás caer del cielo como un rato. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.”
En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.” Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.”
Palabra de Dios
Monseñor Eduardo Martín | Obispo de la Diócesis de Río Cuarto
Queridos jóvenes en este sábado celebramos la fiesta de los Ángeles custodios. Los ángeles son seres espirituales, creados por Dios de ese mundo invisible, que decimos en el credo, que Dios creo lo visible y lo invisible y la naturaleza de los ángeles es ser seres espirituales, pues llamarse ángel, indica el mensajero, enviado, el que trae un mensaje.
Desde la infancia hasta la muerte, la vida humana esta rodeada de su custodia y de su intercesión. Cada fiel, cada uno de nosotros, tiene a su lado un ángel como protector y pastor, para conducirnos a la verdadera vida. Con ellos participamos en la fe de esa sociedad bienaventurada que invocamos, cada vez que cantamos el santo en la misa, nos unimos al coro de los ángeles y alabamos a Dios, tres veces santo.
Pues bien, hoy celebramos la fiesta de estos ángeles que custodian nuestra vida y que están muy vinculados también, como nos dice el evangelio de hoy, a la infancia espiritual, es decir a esa sencillez de corazón, capaz de reconocer en la fe, esta riqueza de la misericordia de Dios que pone estos seres personales y espirituales que nos custodian.
Queridos jóvenes recurramos a ellos, recurramos a nuestro ángel custodio cada día, intercediendo así, para que, ellos nos cuiden y hagan que nuestra vida sea una vida
Verdareranente joven, que nuestra vida, sea una vida acorde con la voluntad de Dios y siempre disponible a hacerla.
Hasta el próximo sábado si Dios quiere!