La herida…

martes, 25 de septiembre de
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Señor, hoy el dolor es real

en mi cuerpo y en mi espíritu.

 Hoy mi herida quiere invadirme,

llenar mi corazón de cansada pesadumbre,

arrinconar todo mi cuerpo.

 

Este soy yo: un herido.

Acojo toda mi historia de lucha.

Amo a todas las personas que me hirieron

y me reposo con toda mi ambigüedad

que fue tejiendo sus trampas en mi profundo secreto.

 

Soy amado por Ti, Dios de la vida.

Y quieres que viva en mí

todo lo que Tú has sembrado.

 

Con este día que amanece

quiero girar mis ojos

hacia el sol que me levanta

despertando los colores

y rumor de pasos en todos los senderos.

 

Que la paz del alba

recorra como agua viva

los laberintos de mi secreto.

 

Ahora, no mañana, ahora te dejo amanecer y recrearme.

No importa el dolor que nos quede.

Quiero unirme a Ti en la búsqueda de la vida,

arriesgarme contigo en la apuesta del camino,

permanecer junto a Ti en la paciencia, sumergido.

 

Más allá de lo que logre descifrar mi secreto,

todo mi misterio está dentro del nido de tus manos,

como una paloma confiada y asustada al mismo tiempo,

a la hora precisa de ser lanzada al aire

para que cree el vuelo, juegue y viva.

 

Empieza a volar el día.

Aroma de café temprano,

llanto de niños,

saludos breves y estrenados.

Con toda la creación,

amanecen a mis primeros pasos.

Amén.

 

 

Benjamín González Buelta S.J.

 

 

 

 

 

 

Maria Carolina Chahin