Habla Señor y el silencio te recibe como tierra que se abre a Tu misterio cuando Tu la siembras con amor eterno y engendra el Amor que en sí concibe. Pues Tu Palabra es semilla y vida eterna sembrada en el campo del creyente de aquél que acoge libre la simiente como tierra fértil que al Amor se entrega.
Tu Palabra de luz que aún en la noche enciende el corazón en soles nuevos ilumina la mente en Tus misterios e introduce en el espíritu Tus goces.
Anticipo de la tierra prometida y maná celestial en el desierto, primavera fecunda en el desierto, unción de Amor y gracia concebida.
Fuente divina de sabiduría y luz para el camino; Tu consejo, orientación del hombre que a lo lejos vislumbra la meta que le prometías.
Bálsamo perfumado de misterio y unción de profecía concebida, mantalían de paz y de alegría, liberación de todo cautiverio.
Rocío del Cielo que me envuelve fecundando mi tiempo con Tu Vida, germen de eternidad amanecida en la mirada de Amor que quiere verte.
Habla Señor porque Tu siervo escucha y sediente como el ciervo, busca el agua en la fuente del Amor que todo embriaga: la Palabra eterna en que Te ocultas.
Anónimo