Señor, yo me pregunto: ¿Por qué digo yo? ¿Por qué digo por qué? ¿Por qué la alegría es tan próxima del dolor? ¿Por qué me siento a flor de piel en presencia de un niño? ¿Por qué me encuentro solo en medio de la gente? ¿Por qué se da tanta importancia al tiempo y al dinero? ¿Por qué hablo tan fuerte cuando no tengo razón y con tanta dureza cuando tengo miedo?
Señor, yo me pregunto: ¿Por qué el rostro humano es tan bello cuando mira hacia el cielo? ¿Por qué, cuando las cosas van mal, la gente se desespera, o jura, o ruega? ¿Por qué la prosperidad nos separa los unos de los otros, mientras la desgracia nos une? ¿Por qué es triste encontrarse solo los días de fiesta? ¿Por qué me resulta más fácil preguntar que no aceptar respuestas? ¿Por qué soy un misterio para los demás y para mí mismo?
Señor, dame la gracia de hacerte preguntas auténticas.
Y bendíceme, que yo quiero crecer en Vos.
Amén.