Evangelio según San Juan 15, 26-16,4a

martes, 18 de mayo de
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"El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí"

 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."
 
Palabra de Dios.
 

 
Reflexión: Monseñor Carlos Ñáñez | Arzobispo de la Arquidiócesis Córdoba
 
La Iglesia, a través de su liturgia, comienza a prepararnos para la fiesta de Pentecostés. En Pentecostés nosotros conmemoramos y actualizamos la venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles. Esta fiesta es siempre una oportunidad para recordar nuestra propia Confirmación; porque la Confirmación es el Pentecostés de cada cristiano. 
¿Qué es lo que hace el Espíritu Santo en nosotros? El Espíritu Santo, en primer lugar, da testimonio de Jesús, en nuestro propio corazón nos asegura íntimamente de la verdad de su enseñanza, pero también nos impulsa a dar testimonio de Jesús. Es lo que el Señor le dice a sus discípulos en esta conversación de la Última Cena, esa tarea de dar testimonio de Jesús es algo que no siempre es fácil, y por eso el Señor advierte que habrá dificultades, incluso oposición y hasta persecución. 
En el corazón de un joven siempre hay un fuego, que creo siempre es connatural con la juventud, el anhelo de un mundo nuevo, el anhelo de un mundo mejor, el anhelo del encuentro con Jesús, que es el camino que nos lleva al Padre. La obra del mundo, muchas veces, es pretender ahogar ese fuego, apuntar al joven con el ruido, con la dispersión, con el consumo. ¿Cuál tiene que ser la reacción del joven? Resistir a esta obra, oponerse, no confiando en su propia fuerza, sino invocando al Espíritu Santo, recibiéndolo y dejándose guiar por Él. 
Los apóstoles cuando recibieron el Espíritu dijeron “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y hemos oído”, y dijeron también “es preciso obedecer a Dios ante que a los hombres”, cuando algunos los querían llamar a silencio. Y esto porque estaban convencidos, como también dice por allí Pedro, que “no se nos ha dado otro nombre por el cual podamos salvarnos”. Esta es la obra del Espíritu en el corazón de los discípulos, que los impulsaba valerosamente al testimonio. 
Por eso es lindo, mientras nos vamos preparando para celebrar Pentecostés, pedir desde el fondo de nuestro corazón “Espíritu Santo ven, ven a mi corazón”. Que esta sea nuestra oración como jóvenes, una manera de actualizar nuestra Confirmación, nuestro compromiso con el Señor, nuestro compromiso apostólico, “Espíritu Santo, ven”.
 

 

Oleada Joven