Yo apuesto por lo humilde, renuncio a la apariencia en el vestir, en el hacer y en el decir. Renuncio a las palabras solemnes y a cualquier forma de opulencia. Renuncio a arrimarme a los más grandes y a sentarme en sus mesas vacías. Renuncio a los fingimientos estériles y a ocultar los límites de la pobreza. Renuncio a un corazón altivo y a soñar castillos de arrogancia. Renuncio a juzgar y condenar como si fuese amo de certezas.
Yo apóstol desde la humildad. Amo las pocas palabras, llenas y sinceras. Amo las formas humildes, en el ser y en el hablar de mis cosas. Amo las pocas cosas de la pobreza, tan ricas ellas, hermosas y duraderas.
Amo a la gente humilde, grande siempre en su sencillez Amo las manos campesinas y las miradas limpias Amo los bichos pequeños, el agua, la nieve, las hierbas. Amo los besos y la ternura, la acogida de un buen abrazo. Amo la amistad fiel y el perdón que la alienta.
Amo arrepentirme cada día y buscar la verdad que libera. Amo la comunidad transparente y compartir mi vida entera. Amo la lucha callada, persistente por un mañana que ya despierta. Amo a Dios, porque es humilde creador Amo a Jesús, porque es humilde salvador. Amo al Espíritu, porque es humilde soñador. Amo a María, porque es humilde Madre de mi Señor.
Apuesto por lo humilde y sencillo por estos versos pequeños para decir lo que quiero.
Amén.
Manuel Regal