A veces me pregunto: “¿por qué yo?” y sólo me respondes: “porque quiero”. Es un misterio grande que nos llames así, tal como somos, a Tu encuentro.
Entonces redescubro una verdad: mi vida, nuestra vida es Tu tesoro. Se trata entonces sólo de ofrecerte con todo nuestro amor, esto que somos.
Esto que soy, esto es lo que te doy. Esto que somos es lo que te damos, Tú no desprecias nuestra vida humilde se trata de poner todo en tus manos.
Aquí van mis trabajos y mi fe, mi canto, mis bajones y mis sueños; y todas las personas que me diste desde mi corazon te las ofrezco.
Vi tanta gente un domingo de sol. Me conmovió el latir de tantas vidas… y adiviné tu brazo gigantesco y sé que sus historias recibías.
Por eso tu altar luce vino y pan: Son signo y homenaje de la vida. Misterio de ofrecerte y recibirnos, humanidad que Cristo diviniza.
¿Qué te daré, Señor?, ¿qué te daremos?, ¡Si todo, todo, es Tu regalo! Te ofreceré, te ofreceremos esto que somos… Esto que soy, ¡eso te doy!
Amén.
P. Eduardo Meana