Evangelio según San Mateo 25,31-46

jueves, 1 de noviembre de
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"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".

 

Palabra de Dios

 

 


Reflexión: P. Maximiliano Turri

 

Seguimos profundizando en el misterio de la Escritura, en el misterio del corazón humano; la fuerza destructiva que el pecado siembra en el corazón se manifiesta en el texto de hoy.

 

Relatos anteriores del Génesis nos cuentan que la relación entre Dios y el hombre ya se había roto, y no solamente entre Dios y el hombre, sino entre el varón y la mujer. Pero ahora se destruye una relación no menos profunda, la relación entre un hermano y el otro.

 

 El celo, la envidia, da malos frutos en el corazón de Caín contra su hermano Abel. Esto nos hace reflexionar la violencia que engendra el pecado en el corazón humano. Caín lo lleva a su hermano a la muerte, muerte que lleva a preguntar a Dios: “¿Dónde está tu hermano Abel?”.

 Pregunta que Dios nos sigue realizando a todos, ¿dónde está hoy el que sufre, el que padece, el que es pisoteado por otros?

 

La expresión que le dice Dios a Caín es fuerte, muy fuerte, “la sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo”. El grito de tantos que mueren injustamente, que no tuvieron oportunidad de elegir, que otros le provocaron.

 

Ante la injusticia, y esto es siempre bueno recordarlo, Dios toma partido, toma partido por aquel que la padece, no por aquel que la comete.

 

 Que Dios nos conceda a todos, a la luz de su Palabra, a la luz del texto que hoy la Iglesia nos propone, que nos conceda ser aquellos de los cuales padezcamos alguna injusticia, y sepamos que Dios está de nuestro lado y no ser aquellos que la cometen y saber qué lugar va a tomar Dios.

 

Por eso el cristiano está cerca de aquel que padece, de aquel que sufre, porque en definitiva descubre que su mismo Dios está de ese lado. En el texto de hoy entonces, todos nos acerquemos a aquellos que sufren sabiendo que Dios es el que está de su lado.

 

Que Dios te bendiga.
 

 

 

 

 

Oleada Joven