Evangelio segun San Lucas 14, 15-24

martes, 6 de noviembre de
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En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús: "¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!" Jesús le contestó: "Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Vengan, que ya está preparado."


Pero ellos se excusaron uno tras otro. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor." Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir."


El criado volvió a contárselo al amo. Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos." El criado dijo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio." Entonces el amo le dijo: "Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa." Y ninguno de aquellos convidados probará mi banquete".



Palabra de Dios


 

De nuestra redacción



El evangelio de hoy nos presenta el reino de los cielos como lugar de dicha al cual todos querrían participar: una gran comida, un banquete con multiplicidad de manjares exquisitos, buena compañía y sin apuros para disfrutar y deleitarse.

 

El texto nos muestra el deseo del dueño de casa de que acudan muchos invitados, que muchos gocen de su alegría, su casa y su comida. Sin embargo los invitados tienen otros quehaceres, están ocupados, o ponen excusas para no asistir.  Pero el dueño de casa, aunque molesto por la negativa, no se desanima y envía a sus criados a llamar a otros. No importa que sean cojos, ciegos, pobres, Él quiere compartir su alegría. Incluso envía a sus empleados para insistir a los primeros invitados, para ver si puede convencerlos.



En otro texto de la Palabra, Jesús nos presenta la casa de su Padre como un lugar con muchas habitaciónes en donde hay lugar para todos, y cada uno tiene su lugar especial. Qué lindo sabernos invitados a compartir la eternidad con Dios, a participar de su alegría y de su banquete, a habitar su morada entendida la casa como lugar de intimidad, a compartir la vida con Él.



Quizás en este tiempo vos también estés ocupado, lleno de ruidos interiores que te impiden escuchar la llamada del Padre. Te llama a la felicidad, a la plenitud de la vida, a gozar de su presencia en lo de todos los días y a participar de su amor que desborda. El reino de los cielos ya está presente en la tierra como un anticipo de lo que vendrá. Si vivís con Él en medio de tus cosas, si intentás hacer del amor el motor de tu vida, si estudiás y trabajás por un mundo mejor… ahí ya está presente una chispita del reino que se nos promete.



Y además,  como a los servidores, el Señor también nos invita a colaborar con Él, a ser mensajeros de la buena noticia: que el Reino de Dios está cerca, que Dios es amor y que ama personalmente a cada uno, que quiere convidarnos al banquete y que como buen Padre es insistente.  No quiere sólo a unos pocos habitando su casa, nos quiere a todos porque nos ama a todos.



¡Qué tengas un lindo día!

 

 

 

Oleada Joven