Evangelio según San Juan 15, 12-17

martes, 18 de mayo de

 "Esto os mando: que os améis unos a otros" 

 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros."
 
Palabra de Dios.
 

 
Reflexión: Monseñor Marcelino Palentini | Obispo de la Diócesis de Jujuy
 
 
Jesús dice a sus amigos en la última cena: "Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros como yo los he amado, no hay amor más grande que dar la vida por los amigos; ústedes son mis amigos si hacen los que yo les mando, ya no los llamo servidores, yo los llamo amigos".
El joven siente la necesidad de tener amigos, no puede vivir solo sin tener a nadie con quien compartir lo que pasa en su interior. Así a veces busca amigos virtuales por medio de la computadora pero esto no basta, a veces este modo de buscar amigos puede alienar, engañar, hasta puede vaciar el sentido profundo de la amistad. Jesús nos propone una auténtica amistad, Él se hace amigo, se ofrece para ser nuestro amigo y nos dice lo que va a hacer por nosotros, por cada uno de nosotros nos dice que está dispuesto a recibir su amistad y para eso Él está dispuesto a dar la vida. Nadie da la vida por un amigo virtual sino por un amigo con quien quiere compartir lo más profundo del ser, las penas y las alegrías, Jesús es el amigo que da todo de sí pero que también pide algo a cambio, ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Él nos conoce profundamente y lo que nos manda es para nuestro bien, no nos pide un compromiso superficial; nos pide amor a cambio de su amor. Su amor no es sentimentalismo sino entrega, nuestro amor también debe ser entrega a Él, abandonarnos en sus brazos sabiendo que lo que nos pide es para nuestro bien. Nos pide generosidad, fidelidad, solidaridad y todo esto como consecuencia de sentirnos hermanos en Él con todo lo que encontramos en la vida y por lo tanto; habrá que amarlos como lo amaríamos a Él, a respetarlos como si Él estuviera en lugar del novio/a, el amigo, el conocido o desconocido que está o pasa a nuestro lado. El amor así, se hace un estilo de vida porque queremos escuchar al amigo y vivir con él. La amistad nos pone en sintonía entre los dos, intuímos lo que le pasa al otro, queremos que el otro se sienta bien a nuestro lado y el otro, el amigo, es el mismo Jesús. Está siempre cómodo, cuando nosotros estamos cómodos con Él, pero nos preguntamos: ¿Estará siempre cómodo Jesús a nuestro lado? ¿Siempre lo sentimos como amigo? ¿Confíamos en Él? ¿Nos dejamos hablar por Él? ¿Nos dejamos guiar y conducir por su modo de pensar y de vivir?.
Interesante para un joven ponerse a pensar esto, mi amistad se completa, se complementa, se perfecciona con una amistad tan grande como la de Jesús. No bastan los amigos ocasionales, los amigos del sentimiento sino sobre todo el amigo del compramiso. Por eso, yo les invito a rezar conmigo como conclusión de esta breve reflexión: 
Jesús, gracias por los dones de tu amistad y de tu amor y gracias por el mandamiento del Amor que das a quienes has elegido como amigos para ser tus discípulos, ayúdanos a amarnos como tú nos has amado. Amén.
 

 

Oleada Joven