Evangelio segun San Lucas 17,11-19

martes, 5 de octubre de
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Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros."

Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes."

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Éste era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?"

Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado."

Palabra de Dios.


 

Monseñor Mario Maulión | Arzobispo de la Arquidiócesis de Paraná

 
 

El evangelio nos muestra un episodio de la vida de Jesús, iba caminando él, dentro de un pueblo y se le acerca un grupo de personas, que llamaríamos marginados, eran leprosos. Ellos estaban excluidos de la comunidad, no solamente de la propia familia, pero además de estar excluidos no podían estar conviviendo con los demás, ni en el pueblo ni en la ciudad, tenían que hacerlo fuera, también eran considerados excluidos de Dios, porque así lo veían, esta enfermedad era como un castigo,   hay además judíos y uno que es samaritano, que tampoco pertenecía al pueblo de Israel, como los que llamábamos, se llamaba en aquel tiempo, los judíos. Estos hombres se acercan, piden misericordia, reconocen que Jesús es el maestro, le piden algo propio de Dios, que es que los cure, Jesús de entrada nos los cura, les da una orden: “Vayan a los sacerdotes”, era una disposición que tenían los sacerdotes judíos se entiende, que tenían que reconocer o autenticar, que habían sido liberados de la lepra, porque la lepra la consideraban sumamente contagiosa, y al mismo tiempo, como algo malo e incurable, pero por algunas razones algunos podían ser liberados de esto y, para eso tenían que ser reconocidos por la autoridad religiosa.

Ellos, cuando reciben la orden de Jesús, sin sentirse curados, porque no lo estaban, comienzan a hacerle caso a Jesús y se ponen en camino y van hacia los sacerdotes y en ese trayecto, son curados.

Después de la curación, viene la segunda parte de este relato, en que uno de ellos, no todos, uno que era el más marginado de todos, porque era leproso y a su vez era samaritano, vuelve a Jesús, grita a Dios alabándolo, en vos alta dice el evangelio, se arrodilla, es una actitud típicamente religiosa de adoración a Dios. Seguramente, este hombre vió en Jesús una presencia especial, divina, y le da gracias. Jesús ante esta actitud de él, razona y pregunta: "¿y como? los otros nueve, ¿que paso? ¿No fueron también curados?".Jesús se queja, podemos pensar de distinta manera, pero Jesús de hecho lo dice: “de los purificados, de los que habían sido curados, solo uno agradece”, y era samaritano, y  Jesús le dijo: “Levántate!” Es una palabra que la va a emplear Jesús en algunas curaciones incluso en una resurrección. ¿Que hace el? Levántate y camina, tu fe te ah salvado. ¿Que es esta fe que Jesús alaba y que lo salva a este samaritano? Repasemos un poco si misma historia, el mismo episodio. Primero este hombre acude desde su situación penosa, humillante, y al mismo tiempo excluyente de la comunidad, desde esa situación él acude a Jesús, la respuesta de Jesús, le da una orden, cree este hombre en lo que Jesús le dice y obedece, es curado y viene lo ultimo, agradece, alaba, se arrodilla. El samaritano, el excluido, el que era de todos los que estaban ahí sufrientes, el mas sufriente, es el que agradece y alaba, y ahí es donde aparece la palabra de Jesús, “tu fe te ah salvado”, lo mas fuerte en este hombre mas que la curación, lo fuerte es realmente la fe y la confianza en Dios que manifiesta.

La Virgen María concibió porque creyó, y no le creyó al ángel, le creyó a Dios, y porque le creyó, concibió, y porque concibió luego dará a luz, porque confía, concibe y porque concibe hace lo que el Señor quería de ella.

En esta oportunidad, dejemos que la palabra del Señor nos lleve a plantearnos, a ver cómo es nuestra fe, a ver como es nuestra relación con el Señor, a ver como es así nuestra conducta humana, simplemente de una confianza en el Señor, o de una confianza en que lo que Él pide y señala, Él lo hace y nos ayuda a nosotros a hacerlo, así podemos decir, se podrá decir de nosotros, se podrá decir con todas las diferencias que halla, lo que Isabel dijo de su prima María: “Feliz porque has creído”.

Que así vivamos.

 

Oleada Joven