Señor, he perseguido sueños vanos, he comprado tesoros vacíos. He querido aprisionar amores y he cerrado con llave mi hogar, para que no lo invadan.
He vestido mis dudas con falsas certezas y he tratado de matar mis anhelos cerrando mis ojos, pero, al final vuelvo a estar desnudo y temblando, hasta que , al encontrarte, todo cambia.
Tu Evangelio es fuego que me enciende, llamada que me pone en camino, tesoro por el que lo vendo todo y soy tan pobre y tan rico. Tu palabra despierta la pasión. Tu vida es lección que me enseña a vivir, a querer, a saltar al vacío.
Contigo, los sueños son posibles, los tesoros infinitos, el amor eterno. La puerta está abierta, y el hogar repleto, de momentos, de historias, de encuentros. La fe arriesga, y el miedo calla.
Me visto de Ti, en mi debilidad tu fuerza, y todo encaja… "
Fuente: " Peregrinar : por fuera y por dentro ", José Ma. Rodríguez Olaizola, SJ