En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo la paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra de Dios
Monseñor Luis Alberto Fernandez | Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires
Le gustaba decir al Papa Juan Pablo II a los jóvenes que tenían que ser centinelas del amanecer, del mañana, es decir, aquellos que esperan y que anuncian la llegada del día, llamados a proclamar que la noche está dejando paso a la luz de un nuevo amanecer, anunciadores de esperanza, y no profetas de calamidades, nos decía el querido y recordado Cardenal Pironio.
Por eso, queridos jóvenes, qué triste y doloroso es para la humanidad lo que nos dice Jesús en el Evangelio de hoy, cuando aparecen mujeres y hombres que se quieren como apoderar de la vida, sentirse los dueños, tener el poder de hacer vivir o de morir, se apoderan de las llaves de la vida, dice Jesús, como si en ellos estuviera lo definitivo, el futuro, tienen las llaves para abrir y cerrar la vida de los hermanos.
De algún modo es cierto queridos jóvenes que cada uno de nosotros tiene la llave para dar vida y no sólo a nosotros mismos, sino también para los demás. Por eso que bueno aprender de Jesús, mirarlo a Él, contemplarlo, porque es el único que puede abrir y cerrar el libro de la vida de cada ser humano, el único que tiene las llaves del libro de la vida, dice el Apocalipsis, por Él fueron creados el cielo, la tierra, el mar y todo lo que existe,
Por eso miremos a Jesús, Él iba siempre dando vida, a los enfermos, a los pecadores, siempre estaba atento a la gente afligida, a los agobiados, por eso la gente lo buscaba, trataba de tocarlo, se iban a donde sea para encontrarlo, porque al lado de Él recobraban vida, se sentían animados, con sus enseñanzas se sentían fortalecidos. Jesús tenía un modo de vivir donde la gente al lado de Él por esa sencillez, esa austeridad, humildad, y pobreza, la gente se sentía con Él como en su casa, porque los amaba y por eso lo buscaban. Y Jesús también los buscaba a ellos, y querían convivir y se alegraban porque era un Dios que al lado de ellos no los condenaba, sino que era uno más, por eso al ser uno más también el verdadero Dios les daba vida plena.
Ellos no lo buscaban, como en el Evangelio de hoy, para tenderle trampas o para sacarlo o excluirlo de la vida de ellos, como hoy se lo quiere excluir, de los colegios, de las oficinas, quieren sacarse de encima al crucificado, al Dios que te da la vida, sino que más bien el pueblo, el verdadero pueblo lo busca, se siente confiado, animado.
Queridos jóvenes, así, al lado de Jesús, no lo excluyamos, busquémoslo, sintámonos con Él en esa vida plena.