Evangelio según San Marcos 2,18-22

viernes, 11 de enero de
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"Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".

 

Palabra de Dios

 


 

P. Maximiliano Turri Asesor de Pasrtoral Juvenil de la Diócesis de Chascomús



 

 


¡A vino nuevo, odres nuevos! De esta manera Jesús inaugura los tiempos llamados “del Mesías”. Ya no es tiempo de la espera, ya no es tiempo de las promesas. En Cristo Jesús se ha cumplido la promesa de que Dios obraría en primera persona y que no abandonaría a la suerte ni a las fuerzas de la naturaleza o al azar, al hombre.


 

Los nuevos tiempos que somos llamados a recibir con humildad y alegría, son tiempos en los que los pobres –o llamados humildes- son los preferidos, los que Dios mira con dulzura. Los “tiempos nuevos” son la invitación que Dios nos hace a que vivamos la Vida nueva que nos ha traído Cristo. Ya no dependemos de fuerzas oscuras o de la suerte; nuestra vida está sostenida en Su Amor y por eso esperamos y caminamos confiados. Aunque todo se nos presente oscuro o doloroso.

 

 

El evangelio de hoy es una invitación –en realidad todo evangelio lo es-, pero es una invitación a descubrir la nueva vida que la Gracia nos trae. Hemos creído que seguir a Jesús en “hacer fuerza”; como un especie de nadador que aguanta el aire para llegar al extremo de la pileta. Pero nos hemos olvidado que seguir a Jesús es un regalo, algo inmerecido que nunca podremos ni devolverle o merecer. Así nos lo enseñan los obispos en el documento de Aparecida: “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (DA 32)

 

 

Hermosa expresión que la Iglesia latinoamericana nos ha trasmitido. Todo un proyecto de vida. Ya que si fundamos nuestra vida en el regalo que Cristo nos ha trasmitido ya nada será igual. La alegría de sabernos amados, la alegría de sabernos llamados, la alegría de la misericordia, la alegría del abrazo Paterno, la alegría de la presencia de Dios en todos los momentos de nuestra vida; es la novedad que el Evangelio nos ha trasmitido. El “vino nuevo” que da un sabor nuevo a nuestra existencia.

 

 

Bebamos de la nueva bebida que trasforma nuestras vidas. Bebamos de los Sacramentos que trasforman nuestros corazones y nos hacen plenamente libres en la Gracia de Dios.

 

 

Si hace tiempo no te acercas a los sacramentos, hacelo, Jesucristo mismo te está esperando. Y si tenes una vida cercana a Ellos, no la abandones nunca, ya que ahí está la fuerza que te sostiene y te permite descubrir la belleza que la vida encierra.

 

 

¡Que tengas un hermoso día, que Dios te bendiga!

 

 

 

 

 

 

Oleada Joven